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La Voz de La Verdad

LOS CHILENOS...Y LA VERDADERA JUSTICIA

Por Nadia Fernández M.

La ley y la justicia están en las sociedades para regular el correcto comportamiento apegado a la moral y las buenas costumbres, el respeto y el derecho de las personas, tomando en cuenta los principios básicos que como seres humanos se nos han asignado desde el momento de nacer y también principios cristianos y de conciencia que regulan el derecho a satisfacer las necesidades más básicas de los individuos. Todo esto es definición en el pensamiento humano cotidiano, según la necesidad de conformar el buen funcionamiento de las sociedades en las naciones del mundo, desde lo más básico hacia lo más complejo.

No podemos dejar afuera el pensamiento con respecto a la justicia desde la perspectiva de Dios, que es justo en todas sus formas y sus pensamientos son rectos para nosotros en expresión y en hechos, y aunque pareciera que sólo estuviera enfocado hacia a un sector religioso de la tierra, Dios como ser absoluto ha pensado su sistema de justicia para toda la humanidad. “Juicio y justicia son el cimiento de su trono”. Es decir, la base de su gobierno es en la justicia y en la rectitud, cuyo juicio determina si está alineado o no a sus cimientos. Vale decir, que no sólo son los hechos graves que conocemos en la sociedad como un robo o un asesinato, una violación o aquello que resulta espantoso lo que será juzgado, Dios ha considerado la intensión del corazón con que se actúa. ¿Por qué hilar tan fino? se preguntarán algunos, y es que no podemos dejar fuera el carácter de Dios, el creador y sustentador de todo lo que existe; por esta razón es muy necesario ir más atrás en la historia.

Dios es el padre de toda creación y de toda alma viviente, lo que nos incluye, nos hizo perfectos al inicio como seres espirituales, pero con la caída del hombre al pecar, el perfecto plan de Dios se echó abajo y el costo de esto fue ser de desechado de su lugar de dominio, trayendo consigo como consecuencia que el hombre perdiera su capacidad de gobierno, la imagen de Dios y la capacidad de oír y ver a Dios en todo su majestad y poder y domino sobre la creación; ya que el gobierno sobre los hombres era de Dios (Génesis 1:26).

Dios en su eterno amor, atributo exclusivo del Padre, para no perder a quienes ama, establece un plan maravilloso de restauración, para que ya no sea uno sólo el que tenga derecho a acercarse, sino que todos los que lo deseen puedan ir sin miedo ante él para ser adoptados hijos suyos y vivir en su reino de justicia, gozo y paz, conociéndolo a él como padre. Dios establece un mediador entre Él y los hombres, a Jesús su único hijo para que a través de su vida como hombre, venciera la maldad, el pecado y todo lo que es contrario a la santidad de Dios. Cuando Jesús muere en la cruz y resucita, restablece la verdadera justicia en los cielos, en la tierra y en todo lo que existe, pues la justicia está en directa relación con la santidad y lo incorruptible de Dios, con todo acto bondadoso y de bien común, con la obediencia y con la intensión del corazón, con la misericordia y la compasión. Jesús dijo cuando les hablaba a los que le oían, “oyeron que fue dicho no cometerás adulterio, pero yo les digo, si codicias a un hombre o a una mujer (que no es tu esposo(a) para tenerlo sexualmente, ya pecaste en tu corazón”. Este es un ejemplo de la intencionalidad del corazón y de sus motivaciones. Aunque antes la ley sólo miraba el acto de transgresión, Dios, en Jesús siendo hombre va hacia la raíz del mal que hemos heredado y que se encuentra en el corazón del hombre con todas sus tendencias corruptas, para llevarlo a cambiar su cultura de vida y comportamiento, pero desde el interior, en la motivación correcta de la justicia de Dios que es redentiva, salvadora y repara las vidas por amor.

Dios estableció leyes de protección para la humanidad cuya consecuencia es bienestar, equidad y rectitud. La ley es tan antigua como la creación misma, pues Dios sujeta el universo con su ley a través de su palabra hablada. “Y dijo Dios: sea la luz”…. Las leyes que le dio a Moisés fueron establecidas para regular la vida cotidiana del pueblo de Israel, desde lo más complejo a lo más simple. Y para eso estableció jueces, aplicando las leyes de Dios que son su consejo sabio y hablado. Sin sabiduría es imposible ejercer un gobierno justo e imposible aplicar una ley justa. La justicia no puede ser antojadiza, sino que está basada en la rectitud de Dios. Todo lo que está fuera de rectitud es torcido, por lo tanto juzgable y sancionable, con consecuencias nocivas tangibles y que traen decadencia al alma y muerte al espíritu, que resulta en una separación completa entre Dios y su creación. Necesitamos sacar la maldad que nos ha acompañado desde el momento de nacer.

El modelo de justicia que hoy tenemos, trata de ajustarse a lo recto, pero que se ha corrompido por el pensamiento humanista y egoísta del hombre, ya que poco a poco los derechos de las personas van tomando más preponderancia desde una mirada individualista. Por este desvío de pensamiento es que hoy día tenemos sin remordimientos, leyes que son contrarias al pensamiento de Dios y se apegan a los caprichos del hombre como un ser súper “Yo”. Años atrás era impensado si quiera lanzar como proyecto de ley la posibilidad de legalizar el aborto o legislar para abrir la puerta a un matrimonio homosexual, o declarar la IGUALDAD y la TOLERANCIA como regulador de ésta. La igualdad y la tolerancia no son otra cosa que el escondite y la excusa para pasar por encima de lo que Dios aborrece.

Las naciones en el mundo se vienen abajo y son maldecidas por causa de la injusticia, por objetar los principios de Dios y prohibirlos. La Biblia es el manual de vida para vivir sabiamente y justamente, sólo que no lo es para el común de los mortales, aún para gente que dice ser religiosa, porque Dios no es su respuesta. Las sociedades están como están por dejar de lado el consejo de Dios.

Hoy se están levantando hombres y mujeres con valentía a desafiar el sistema imperante de corrupción, egoísmo y ceguera. Dios nos está llamando a ser gente que de su vida por levantar la justicia de Dios otra vez. Como chilenos, nuestra cultura manifiesta lo que somos: siempre buscando hacerle el quite al camino largo, la idea del menor esfuerzo, vamos por la fuerza y la violencia, robamos sin necesidad, sacamos la vuelta, llegamos tarde, al comprar no pedimos boleta, compramos sin IVA, compramos favores bajo la mesa, por la razón o la fuerza…y mucho más. Nuestra identidad como país cambiará cuando cambie nuestra cultura, basada en la Cultura del Reino de Dios.

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