BACHELET Y EL SUPUESTO NUEVO CICLO
Por Simón Aquino
El mundo está en medio de una tormenta social que afecta las arenas ideológicas de su pensamiento colectivo. Chile es parte de este mover, y su dinámica comenzó alrededor del 2009 con las primeras manifestaciones fuertes de estudiantes y los primeros políticos “díscolos” que dejaban sus partidos, quejándose de la falta de renovación intelectual.
Los últimos cuatro años han sido notoriamente caóticos para el país: terremotos, tsunamis, marchas multitudinarias de doctores, profesores, estudiantes, tomas de colegios, historias como la de los 33 mineros, entre otros; donde gran parte del fluir de rebelión que viene llenando los aires, desde la sangrienta primavera árabe, se mostró en una especie de descontento con todo lo establecido.
Fue ahí, cuando algunos intelectuales chilenos comenzaron a hablar de un “nuevo ciclo” político y social. Este concepto venía planteándolo mucho antes Paulo Hidalgo, quien en 2002 público un ensayo llamado “¿Fin de un ciclo político?”. Por otra parte, cuando el bloque político llamado “Concertación” perdió la presidencia ante la derecha de Piñera, Ricardo Solari (conocido socialista chileno) junto a Ángel Flisfisch, formaron una revista online con el nombre de nuevociclo.cl, haciendo uso de las comunicaciones para elaborar un sustento teórico a este concepto.
Sin embargo, uno de los primeros en usar este término y aplicarlo a una estrategia electoral fue Ernesto Ottone (uno de los asesores externos más prominentes de Bachelet)quien tomó este concepto como el eje de la campaña de la actual presidenta, dando la imagen de ser portadores de una nueva etapa en la historia de la nación chilena. Lo cual según ha sido planteado por el ex presidente socialista Ricardo Lagos, Isabel Allende (presidenta del senado) y los más cercanos a Bachelet, es similar al cambio político que se vivió con el triunfo del “No” en el año 1988, cuando se estableció el fin de la dictadura y la vuelta a la democracia. Es decir, para ellos el cambio es medular.
La verdad es que el contexto mundial ha estado en cambio permanente, siempre en concordancia con los cambios que la iglesia en la tierra ha tenido; porque todo lo que vemos es efecto de una dinámica espiritual, de sistemas establecidos, de iniquidades generacionales, de líderes ungidos por el cielo o por el infierno.Me atrevo a decir que desde la caída de las torres gemelas, y el desarrollo de las redes sociales, el mundo dio un vuelco ideológico en direcciones inesperadas. Las tecnologías y comunicaciones de Internet han permitido que estos cambios tengan un impulso transformador mucho más amplio, las masas sienten hoy la necesidad de participación activa. Este efecto también es espiritual y responde a los diferentes movimientos del Espíritu para alcanzar el diseño original de una iglesia activa, donde los santos ya no solo son observadores, sino que actúan como reyes y sacerdotes de la tierra, con una intención clara de trasformación cultural y generacional.
Chile como otros países de América, está viviendo sus propias mutaciones, por lo que el concepto de “nuevo ciclo” acuñado por la presidenta Bachelet se apropia de esta realidad y permite, a quienes lo manipulan, interpretar este “nuevo ciclo” a su antojo; creando una narrativa para un programa político de gobierno. Pero esta noción es incorrecta: primero porque la historia no se mueve en ciclos, solo los sistemas lo hacen. La historia se va originando acumulativamente o por saltos y nunca en total desprendimiento de las bases que décadas anteriores han establecido, aunque los cambios sean radicales, esos cambios se originan en respuesta a los tiempos anteriores y no en ciclos de “volver a empezar” una y otra vez, y menos en un espiral cíclico como plantea el concepto ideológico de la presidenta.
Lo más complejo, es que este concepto de “nuevo ciclo” se repite hasta el cansancio para unir planteamientos que la ciudadanía reclama; como la educación gratuita, la distribución más justa de las riquezas, el valor ecológico de los recursos; con otros planteamientos que no son más que la búsqueda deliberada por destruir los principios y valores que la sociedad chilena ha establecido por siglos como cultura; destruirlos con el matrimonio igualitario y una ley pro-aborto, solo con el fin de “echar abajo” lo pasado y establecer un supuesto “nuevo ciclo” post moderno.
Por último, no es menos importante recordar en este momento que la escritura señala que “nada nuevo hay bajo el sol”, pero si lo hay más arriba donde está sentado Cristo a la diestra del Padre. Por lo tanto, si algo nuevo debe venir que en verdad responda a las necesidades actuales, esto no nacerá en el corazón de hombres ambientados a la injusticia y la iniquidad de sus pecados originales, sino que es la iglesia la capacitada, la enviada para esta tarea, porque es la garante de la verdad del reino en la tierra, la responsable de traer las innovaciones y respuestas que esta requiere en cada episodio histórico. Somos los embajadores de Cristo, y como embajadores debemos velar por los intereses del Reino, ¿cuáles son estos intereses?, que la vida se imponga a la muerte, y más aun si esta involucra niños inocentes; como también la preservación de la familia en el diseño original, la que permitirá el resguardo y preservación de la sociedad…somos nosotros los enviados, somos la iglesia.