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La Voz de La Verdad

MUJER Y FAMILIA: RESTAURANDO EL ROL DE LA MUJER

Por Macarena Arcos - Oikónomos

Existe hoy una crisis de sentido que alberga y, por cierto, sustenta muchas nociones y, aun mayormente, ideales que fueron guías claras y específicas del hombre en un cómo comprender o enfrentarse a diversas nociones del ser, es decir, del significado e implicancia al desarrollar un rol ante la sociedad. Ello, respecto a la premisa fundamental que constituye a la familia como la institución base de toda sociedad.

Al interior de este escenario es que vamos comprendiendo la disfuncionalidad que ha tenido esta institución respecto a su finalidad. Como un todo, la familia ha sido afectada frente a aquellas cosmovisiones de machismo y de feminismo, como referentes del hacer familia ¿Pero es posible que nociones contrarias puedan convivir sin una desarticulación de la familia? ¿Es posible que una familia constituida en cualquiera de estos dos ámbitos, ya sea machismo o feminismo, sea capaz de formarse como tal, donde cuyos hijos o cuya relación familiar, no sea desgastada y afectada por esas nociones?

Claramente, la desvalorización de la pareja en el matrimonio y la carencia del reconocimiento de la autoridad del otro, son factores que van siendo perturbados frente a la convivencia, de forma específica en cómo se percibe al otro.

Se ha creído o se ha establecido el ideal de la emancipación de la opresión de la mujer, desde el siglo pasado, como una “liberación” y adopción de un ideal de mujer que todo lo puede, que le es posible acceder a lo mismo que el hombre, tratando de ser equiparadas – en algunas de las corrientes del feminismo –. Tras este tipo de influencias, el rol de la mujer en la familia ha ido sufriendo importantes cambios y no tan solo desde el feminismo o del patriarcado – como una visión machista –, sino que en la esencia misma del matrimonio y del hacer familia, de modo especifico, del rol de la mujer en la familia.

El rol de la mujer al interior de la familia debe dejar de oscilar en aquellos parámetros mencionados, quitándose del mal entendimiento, de casi poner como significado al rol de ella tal si fuese sirvienta. Es primordial entonces, volver a comprender los principios del servicio que deben ser desarrollados en el matrimonio, desde ambas partes. La Biblia nos indica que el hombre debe honrar, cuidar a su esposa como vaso frágil[1] y no debiendo producir un abuso de ello, lo cual provoca y gesta alteraciones en la conformación de la familia, en el desarrollo emocional y espiritual de la mujer, afectando por ende la convivencia familiar, sacudiendo lo que debiese ser una base fundamental.

Es por ello que el servicio no debe ser visto como un aprovechamiento de una u otra parte. El servicio debe ser mutuo y en amor, amando en cada acto, no con un amor sin entendimiento, sino con un amor que se da en pos del otro y que en ese dar, se edifica también a sí mismo.

Es entonces que la mujer debe ser vista como componente fundamental de la familia, al igual que el hombre, pero no en una relación de competencia con este, sino que en amor, en servicio, comprendiendo que cada uno posee habilidades distintas, componentes diferentes, que no hacen a uno mejor que el otro, sino muy por el contrario. Manifiestan la necesidad constante de ser uno y esto no tan solo se da en una dimensión específica, sino que en todo orden. Se trata de encontrarse en el amor, de conocer las capacidades, fortalezas y debilidades del otro; consiste en reconocer que en el matrimonio, tanto el hombre como la mujer, son extensiones el uno del otro, entregándose constantemente en amor, en respeto y comprensión. Dejando de lado parámetros que de nada nos han servido, Si Dios no es machista y no es feminista, ¿por qué entonces querer serlo nosotros? Una mala comprensión de la Biblia, es lo que ha llevado al hombre – hombres y mujeres – a un mal entendimiento de sus funciones, de su rol y sobre todo a un desgaste en la familia.

“Amar a la madre de sus hijos es lo mejor que un padre puede hacer por sus hijos”. Theodore Hesburgh (1917 – )

[1] 1 Pedro 3:7

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