TESTIMONIO: "CREÍ Y DIOS ME SANÓ DOS VECES"
Por Laura Canales C.
Mi nombre es Laura, vivo en la comuna de El Monte, tengo 16 años estoy en segundo año de enseñanza media. Mi vida solía ser muy normal, una vida como la de cualquier joven que está volcada en los caminos de Dios, yo nunca he sido una niña con problemas de salud más bien solía resfriarme como mucho por un día, creo que soy muy bendecida con respecto a mi salud.
Todo cambio hace un par de años, cuando comenzó mi periodo menstrual, si bien me parecía normal que no me llegara todos los meses, como recién me estaba desarrollando, aún mi periodo no era regular. El punto es que pasaron los meses, luego el año y aún no se regularizaba, fue ahí cuando mi mamá comenzó a preocuparse. Me llevo al médico, y como es lo habitual en muchos casos, la única solución que dan los doctores son las pastillas. Me dijeron que era normal, que no me preocupará. Me mandaron a hacer unos exámenes para estar seguros que no había nada grave, exámenes que nunca me fui a hacer.
Siguieron pasando los años y la verdad no me preocupaba el tema, sinceramente me daba lo mismo, claro, hasta ese día, hasta aquel día en el que oí decir que ese problema podía llegar a afectarme en un futuro, en el momento que pensaría dar el gran paso de ser madre. Esas palabras me marcaron y ahí fue cuando de verdad el tema me empezó a complicar. Cada mes era peor, el temor había comenzado a tomar lugar en mi vida.
Gracias a Dios, mi tía es pastora, y ella me apoyó y me aconsejo en el sentido de luchar por mi sanidad, de creer en quien tengo conmigo, en confiar en que para sanarme no necesito de pastillas, no necesito de médicos que introduzcan temores en mi, no necesito gastar plata en quienes lo único que hacen es darme pastillas para evitar un síntoma, pero con los efectos secundarios viene otro. Te previenen de enfermedades que quizá nunca tendrás, la medicina sólo te hace creer que una pastilla puede salvar tu vida, y eso en realidad es hechicería.
Un día estaba en la congregación, cuando Dios comenzó a soltar diversas sanidades, y entre ellas estaba la mía. Con muchísima fe me aferré a esta palabra y decidí confiar. Me di cuenta de que por mis propias fuerzas no podía, me di cuenta de que no dependo de un médico y que mi sanidad no depende de pastillas.
¡Sorpresa! Eso no fue todo, aparte de mi periodo menstrual, hace unos años me detectaron problemas a la vista. Bueno, en un principio me gustaba usar lentes, porque encontraba que uno se veía bien, era una niña. Paso el tiempo y los dolores fueron aumentando, eran muy seguidos, me atrevería a decir que casi todos los días, la verdad eran insoportables. Mis padres me llevaron al médico y encontraron una posible enfermedad de "sinusitis", lo que significaba más exámenes, perder tiempo, ir de un lado a otro, exámenes que nuevamente nunca fui a hacer.
Otro día de congregación a través de la pastora, Dios soltó muchísimas bendiciones y milagros ese día Dios fue muy específico en cuanto a mi sanidad, lo creí me aferre a la palabra, y nueva mente Dios soltó un milagro en mi.
Ya casi van dos meses de aquella sanidad, y apenas tengo una molestia. Recuerdo la palabra que Dios hablo aquel domingo y todo dolor se fue. Desde aquel tiempo no he tenido complicaciones y eso me alegra y me hace creer más en el.
Estoy feliz y confiada, pues sé a quien sigo y a quien adoro. Ahora es tu turno, darte cuenta que no necesitas medicamentos, que no necesitas vacunas, que no necesitas que alguien te ofrezca prevenir problemas en un futuro, ¿cuánto tiempo más seguirás tomando lo que dice la sociedad? Yo me di cuenta que Dios es mi sustento, que Él es el mejor médico, que sin pedirme nada a cambio, trajo sanidad a mi vida, sanidad que estoy segura, no podría explicarse un médico cualquiera. Ahora mi pregunta es: ¿no será mejor confiar en aquel que nos dio la vida, no será mejor dejar que Dios tome el control en nosotros?