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La Voz de La Verdad

DOBLE ANIMO: CAMINOS INTERRUMPIDOS

Por Felipe Pérez M.

Hay un verso de la biblia que es bastante interesante si meditamos en él, si dejamos de lado el lente de la religión, o la actitud de resistencia a escuchar, o en este caso leer algo relacionado con Dios (para aquellos que no creen), éste nos podrá ayudar a encontrar una realidad espiritual escondida, que subyace a toda creencia personal.


“El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1: 8)

¿Qué se entiende por doble ánimo? En este contexto alude al tipo de personas que es vacilante, que cambia rápidamente de opinión, la mayoría de las veces por haberse comprometido con algo por la motivación del momento o simplemente por ser aceptada por otros. Sin embargo, al bajar la intensidad de la motivación se opta por no cumplir lo prometido, ya sea por desgano, por temor, e innumerables casos, cada uno con su particularidad.


¿Qué se entiende por caminos? Considerando nuevamente su significado, en este contexto alude a todo proceder acción o decisión que se toma y que se pretende cumplir.

En otras palabras, la persona que es de doble ánimo es muy “situacionalista”, es decir, es fácilmente influenciable por el contexto y la emoción que le produce en el momento, por sobre una reflexión de las posibles consecuencias de su decisión. Cuando su intensidad emocional baja un poco, comienza a dudar de realizar lo que se propuso o de las decisiones que toma.

Hábito nacional

Sinceramente, lo primero que se me viene a la mente cuando pienso en esta actitud vacilante es la cultura chilena, esa cultura que fomenta la irresponsabilidad, la satisfacción individual, por tanto el escapismo del sufrimiento o de toda situación incómoda, la “flojera” de hacer las cosas, dejar “las cosas a medias”, arrepentirse a último momento, prometer sin cumplir, dejar para ese perpetuo mañana lo que se podría hacer hoy. Finalmente no se completa nada, se detienen los actos, los proyectos. Buscas trabajo, lo consigues, no quieres continuar. Te pagan el sueldo, te lo gastas antes de que termine el mes, el ahorro está de más. Podría seguir mencionando interminables ejemplos, sin embargo no es la idea. Creo que me ahorraría palabras si preguntara lo siguiente: ¿Cuántos proyectos, decisiones, acciones, promesas te has propuesto cumplir sin que se vean interrumpidas o pospuestas para mañana? ¿Cuánto tiempo tardas en dudar de tu decisión cuando te comprometes con algo?

Con lo que digo no quiero generalizar, simplemente apelar a un hábito que además de ser absurdo, es nocivo para la realización personal de cada ser humano y su propósito de vida.


La emocionalidad y la temporalidad

Las emociones por naturaleza y biología son transitorias, duran un breve período de tiempo, lo cual no significa que sean malas ni nada por el estilo, simplemente son emociones, vivimos con ellas, son parte de nuestro vivir, son las que le dan color a nuestra vivencia. No son un problema. El problema está en ponerlas como condicionante para el cumplimiento de nuestras metas, promesas, etc., ya que cuando pase, le alegría, la pena, o la rabia, probablemente no sientas las misma motivación de realizar una acción. Recuerdo que en reiteradas ocasiones, después de terminar la enseñanza media, al juntarnos con mis compañeros nos decíamos después de motivadas conversaciones llenas de gratos recuerdos: “nos podríamos juntar más seguido como en los viejos tiempos, yo pongo la casa”, recuerdo que nunca “puse” la casa para ese tipo de juntas, a pesar de que lo prometí muchas veces. El ejemplo puede sonar burdo, no obstante, creo que las pequeñas actitudes del ser humano, dan cuenta de la cultura en la que está inserto.

Estamos en una cultura que estimula los sentidos, el placer, la satisfacción individualista, las pasiones efímeras, el escapismo del dolor. Están por sobre el esfuerzo para alcanzar las metas personales, los proyectos de vida, planificaciones a largo plazo, etc. Y es porque las últimas generaciones están carentes de la noción de eternidad, prefieren la satisfacción inmediata y temporal. ¿Cuántas veces se has gastado el dinero ahorrado por aprovecharlo en alguna liquidación, oferta? ¿Cuantas veces has modificado tu agenda de actividades o deberes por invitaciones extra programáticas que te hacen tus amigos? No digo que sea malo divertirse, lo malo es no hacernos cargo de lo que nos proponemos cumplir. Esa actitud retrasa nuestros propósitos, nuestros caminos, los interrumpe. Parte de nuestras frustraciones cotidianas vienen del no cumplimiento de las metas que nos proponemos, endeudarnos con nosotros mismos, por haber preferido decidir por la motivación del momento.

El decidir desde lo efímero, limitará tu visión a lo que tienes a la mano, pero proyectarte a lo que con tus ojos no puedes ver pero con la esperanza sí, te hará soportar todo impedimento. Tú eres responsable, tu estado actual es fruto de las decisiones que has tomado.

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