TESTIMONIO: "DESPUES DE UN MAL DIAGNOSTICO...DIOS CAMBIO MI VIDA"
Por Milka Larrondo
Mi nombre es Milka Larrondo Molina, tengo 29 años, casada, de profesión Asistente Social, soy de la ciudad de Illapel, IV región.
A mis quince años conocí el amor de Dios que cambió mi vida, sanó mi corazón y me transformó. A este Amor tan impactante decidí entregarle mi vida. A pesar de las dificultades, o lo que dirían por parte de mi familia y amigos, el amor de Dios fue más fuerte. Mi decisión fue tan radical, que le entregué mi juventud a mi Dios.
Pasaron siete años de este acontecimiento y mi Dios permitió que conociera a un hombre maravilloso, donde nos hicimos grandes amigos, y después de un par de años de amistad, me di cuenta que él era el hombre que Dios tenia para mi vida, quería y necesitaba formar una vida con él. Después de tener un noviazgo de un año, decidimos casarnos.
Dos meses antes de casarnos, visité a una doctora ginecóloga, para que me ayudara a comenzar un tratamiento de anticonceptivos, para que cuando nos casáramos e iniciara mi vida sexual, no quedara embarazada de inmediato. La ginecóloga encontró anomalías en mi cuerpo y me envió a realizar varios exámenes. Tres de los exámenes que me realicé salieron alterados. Recuerdo que uno de ellos estaba relacionado con la tiroides, y los otros dos fueron exámenes hormonales, que de acuerdo al diagnóstico de la ginecóloga,, me envió a un especialista, ya que necesitaba tratamiento por mi problema a la tiroides y además, me recalcó que no necesitaría pastillas anticonceptivas, ya que yo no podría concebir un hijo, dado que, tenía problemas hormonales muy delicados, y que iba ser casi imposible quedar embarazada. Lo que quedaba por hacer era ver un especialista y hacerme un tratamiento especial para ver la posibilidad de quedar embaraza. Esto fue tan impactante para mí, dado que tenía la ilusión de comenzar una vida junto a la persona que amaba, pero que no podríamos tener hijos.
Días después de esta noticia, fui ministrada y Dios habló a mi vida, declarando sanidad sobre mi vientre y prometiéndonos más de un hijo. Le creí a Dios con fe y mi corazón se tranquilizó por un tiempo. Nos casamos, comenzando una vida junto con mi esposo, muy bendecidos por nuestro Dios, y a pesar de que había un diagnóstico pesimista, por Fe comencé a cuidarme con pastillas anticonceptivas, sin ver a ningún médico especialista. Y cada vez que oraban por nosotros diferentes hombres o mujeres de Dios sin conocernos, declaraban sanidad en mi vientre e hijos que vendrían como testimonio de su poder.
Al año de casados, tomamos la decisión de dejar de cuidarnos y comenzar nuestra campaña para quedar embaraza. Este tiempo fue de gran prueba, donde Dios moldeó nuestro carácter, especialmente el mío. Pasaron los meses y no quedaba embarazada, fuimos a ver a otro doctor a Santiago, donde me hicieron los exámenes nuevamente, y todos salieron buenos, con este resultado, Dios confirmaba su sanidad sobre mi cuerpo. Seguí creyendo e intentando quedar embaraza, pero pasó un año y medio y no pasaba nada. Mi frustración era tremenda a pesar que confiaba en Dios, en lo que había hecho en mi vida, pero no veía los resultados y cada mes que me llegaba la menstruación, era un llanto y una oración de clamor hacia mi Dios.
En febrero del año 2012, tuve un atraso de más de 1 mes, con mi esposo estábamos ilusionados, felices que ya estábamos viendo resultados de tanta espera, recuerdo que fue un día viernes donde quisimos confirmarlo con un test de embarazo, lo hicimos y esperamos. Los minutos se hicieron eternos, hasta que llegó el gran resultado; NEGATIVO. Fue una desilusión tan grande, donde mi alegría y mi sueño se desmoronaron por completo. Aún recuerdo ese momento, me encerré en un dormitorio y comencé a llorar. Sólo lloraba y lloraba, sin reclamarle a Dios, pero con un gran dolor en mi corazón, y en ese momento de dolor, recordé una canción, que fluía en mi corazón…
“…En ti confía mi corazón, en ti reposa mi alma, mi ser descansa en ti, puedo ser feliz. Porque sé que estás obrando, tu perfecta voluntad. En mi vida estás obrando tu perfecta voluntad…”
Recuerdo que comencé a cantar con tanto dolor, pero a la vez, descanse en mi Dios. Me puse de pie, sabiendo que Él me había sanado, y lo que estábamos viviendo era la voluntad de Dios sobre nuestro matrimonio, y eso trajo paz a mi vida.
Un mes después, mi esposo me pidió asistir a una clínica especialista en reproducción asistida. Yo acepté, pero con la condición de tener solo un diagnóstico y no hacer ningún tratamiento. Fuimos en el mes abril de ese año, y el médico me envió a realizar varios exámenes.
Me realicé los exámenes y esperé un tiempo para realizarme otros exámenes. En mi espera, comencé a sentirme mal, me contacté con el médico y lo visitamos de inmediato. Al revisar los exámenes, el médico me comentó que había ovulado y me realizó una ecografía de inmediato. En ese momento, junto a mi esposo quedamos atónitos frente a la pantalla, porque pudimos ver cómo nuestra hija se comenzaba a gestar en sus primeras 3 semanas de vida. ¡Fue maravilloso! Dios había cumplido su promesa. Fue realmente maravilloso presenciar en ese instante lo que Dios estaba obrando, fuimos testigos del cumplimiento de su palabra y que no se requería tratamiento humano para que se formara vida en mi vientre. ¡¡Le dimos la Gloria a Dios!!
Fue un embarazo difícil al principio, pero siempre confiamos en nuestro Dios. Él tenía todo bajo control. Y en la última semana de gestación de mi hija, Dios nos habló a través de una sierva de Él, y ella, sin conocernos ni saber nuestra historia, Dios nos dijo que a nuestra hija, Él la había afirmado en mi vientre. Nuestra hija nació sana, hermosa, fue un momento muy especial, porque vimos el poder de Dios y Su Amor sobre nuestras vidas. Y cada día que pasa le damos las gracias a nuestro Dios, por su inmenso amor y misericordia.
Al año de nacida nuestra hija, pudimos ver nuevamente la misericordia de nuestro Dios al quedar embarazada nuevamente. Y ahora, en mis 32 semanas de gestación, puedo sentir el amor de Dios en mi vientre y al ver a mi hija correr y saltar, llena de vida y alegría, y ver lo sana que es y al sentir a mi bebé en mi vientre, puedo decir con hechos que Dios es real, y su mano es poderosa para sanar y no hay nada imposible para él. Dios es el dador de vida y su palabra lo dice:
“… Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre…Mi embrión vieron tus ojos…”
Mi mayor bendición son mis hijas. Dios nos ha dado este gran privilegio y la gran responsabilidad para criarlas con amor y enseñarle de Él y Su Palabra. Dios es dador de la vida y quien permite que la vida se forme, ¿Quiénes somos nosotros para impedir los propósitos de Dios sobre la vida que comienza a gestarse en el vientre? Dios es amor y dador de la vida.