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La Voz de La Verdad

EL MONTE: LEVANTEMOS NUESTRAS MANOS PIDIENDO AYUDA

Por Yesmín Contreras S.


Semanas antes de las elecciones presidenciales del 2013, alrededor de las 4 de la madrugada de un día jueves estaba durmiendo y una visión Dios me permitió vivir.

Veía en ese entonces a una de las candidatas a la Presidencia la Señora Michelle Bachelet parada en un estrado levantando las manos, con la banda presidencial puesta, al mirarla entendí que ella era quien saldría electa. De pronto podía ver en esta visión que yo estaba escondida entre unos cerros enormes con mucha gente, estábamos esperando pues sabíamos que el mar se iba a salir de sus límites y una especie de tsunami iba a acontecer, estábamos ahí muy nerviosos y expectantes.

Yo veía en la visión que estaba con mi hijo chiquito, con solo meses de vida, y con el en brazos subía y bajaba el cerro mirando, estaba haciendo guardia, debo reconocer que me sentía muy mal, estaba nerviosa y muy confundida. Subía y bajaba el cerro, una y otra vez, y le preguntaba a Dios ¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo íbamos a salir de todo esto que estaba sucediendo? Miraba yo a mi hijo y le decía: “Aunque tenga que dar la vida y morir por ti no permitiré que estas olas te alcancen, yo te salvaré y si muero en el intento, no importa, moriré”. Seguía subiendo y bajando ese cerro grande y le decía otra vez a Dios: “Dime como detener esto, dime que hacer, dame una palabra que nos salve, por favor Dios ayúdanos”. Y mientras subía y bajaba el cerro, la gente que estaba en la parte de abajo me miraban y me decían: “Viste no pasó nada, esto era idea tuya, lo que tu dices es mentira, no sucederá nada, mejor nos vamos de aquí, estamos perdiendo el tiempo”. Yo insistía que no estaba mintiendo, y que se quedaran ahí para que se salvaran, pero ellos estaban muy molestos con la situación que estábamos viviendo y permanecieron ahí pero murmurando en contra de mi.

Subo al cerro otra vez y puedo ver olas gigantes venir con una violencia impactante, los cerros por más altos que fuesen no las podían detener, el mar venía con una furia impresionante, al punto de que los cerros solo parecían un montón de tierra al lado de la fuerza que traían esas olas y chocaban en contra de ellos. Se derretían como si nada, yo miraba aterrada lo que estaba sucediendo y era inminente que en cosa de segundos esas olas llegarían donde estábamos nosotros, venían para destruirnos, para matarnos.

Yo sobre la cima del cerro clamaba aún con más fuerza mientras miraba las olas acercarse, clamaba y le decía ¡Dios por favor dime que tengo que hacer, dame una palabra para detener esto! Yo lloraba muchísimo, sentía mucho dolor con lo que estaba ocurriendo. Clamaba y clamaba, mi llanto era a gritos hasta que ya estando las olas muy cerca Dios me habla y me dice: “La clave está en el clamor, tu clamor detendrá las corrientes”. En ese momento comencé a clamar, no me salía la voz, y Dios me habla nuevamente y me dice: “Tiene que ser un clamor de lo profundo de tu corazón”, pues así lo hice, comencé a clamar mirando a mi hijo, y el clamor comenzó a salir desde lo más profundo de mi ser, gemí por mis hijos, por mis generaciones, por aquellos que estaban ahí de pié sin hacer nada, ore para que no fueran destruidos, y en el momento que clamo desde lo profundo de mi ser, la ola que ya estaba sobre mí, cayó a mis espaldas, se desintegró al instante, y todo el mar que estaba arrasando con todo se calmó. Aquella madrugada lloré mucho, me di cuenta de lo que venía sobre mi nación, lloré tanto, no pude parar de llorar toda esa mañana, no pude trabajar en mis cosas cotidianas, lo único que podía hacer era ponerme de rodillas clamando a Dios, clamé para que nos perdonara como nación, clamé porque tuviera de Chile misericordia ante todo lo que iba a suceder. Le pedí perdón porque las corrientes que venían nos iban a destruir, e íbamos a ser nosotros mismos los que íbamos a votar por estos políticos para que nos legislaran, y trajeran todo un cambio de cultura y por consiguiente de mentalidad en la nación. Le pedí perdón porque nosotros mismos nos estábamos acarreando tanto mal, porque somos obstinados y ciegos que no podíamos ver aún delante de nuestros ojos lo que iba a acontecer.

Podemos hoy ver como el cambio cultural en nuestra nación ha sido tan fuerte que “a lo bueno le llaman malo, y a lo malo le llaman bueno”, le llaman bueno hoy al querer legislar a favor de las leyes de aborto, matrimonio gay, ley de Eutanasia, etc. Y los habitantes le llaman bueno a eso. Las corrientes que yo miraba y que querían matarnos son corrientes de maldad e impiedad que “nuestros legisladores” están soltando sobre nuestra nación, siguiendo ideologías destructivas, formas de pensar torcidas basadas en argumentos sin fuerza ni fondo.

¿Porqué destruir la base de la sociedad que es la familia? ¿Porqué darle los privilegios del matrimonio a los homosexuales? ¿Porqué querer hacernos pensar que se necesita una ley para matar a nuestros niños? Y así podría seguir nombrando.


Yo entiendo hoy, basada en la visión que tuve que tenemos que “CLAMAR”, buscar a Dios para que nos ayude antes de que esto siga avanzando, ¿Defenderás a tus hijos de estas corrientes o dejarás que su corazón y su mente sean deformados?

Buscaremos a Dios o nos quedaremos así, comuna de El Monte, no te dejes engañar por los regalos, bonos, etc, de este gobierno. Al gobierno no le importa la gente, le importa establecer su ideología en los corazones y que vivamos bajo sus leyes perversas. ¿No has visto lo que está sucediendo? Estamos viviendo en uno de los países más caros de Latinoamérica, la educación pasará a manos del estado para así controlar lo que nuestros hijos aprendan, ¿a quién beneficia la reforma tributaria, a los más pobres? ¿Por qué darle tanta urgencia a leyes que solo beneficiarán a grupos pequeños siendo que se debería legislar con urgencia a favor de los pobres, para darle mejor salud, mejores viviendas, mayor igualdad en la distribución de los recursos?....¿Qué haremos al respecto? ¿Qué harás tu?

Yo sé lo que tengo que hacer, esa visión me dejó en claro el camino a seguir…¿Qué camino seguirás tú?

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