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La Voz de La Verdad

TESTIMONIO: JAMAS PENSE QUE VOLVERIA A SONREIR...




Mi nombre es Amelia Rebolledo y soy de la hermosa ciudad de Concepción. Al comenzar a meditar y escribir sobre parte de mi testimonio mi corazón se inflama de agradecimiento hacia mi amado Padre. Mi mayor anhelo es que cuando leas estas líneas puedas ver lo grande y poderoso que es el Señor, que no importa la situación que estés viviendo, el Padre es soberano.

Me formé en un hogar cristiano, y desde muy pequeña asistí a una hermosa iglesia de la cual tengo los mejores recuerdos; en ese lugar comencé a conocer al Señor y empezó un hambre de saber que Dios era mucho más de lo que podía imaginar. Así en este ambiente comencé a crecer, y cuando tenía 18 años conocí a un joven con el cual formamos una amistad y luego pololeamos alrededor de 3 años; luego por diferentes sucesos ocurridos tomamos la decisión de casarnos, así que el año 2007 me casé, muy enamorada y obviamente creyendo que esto sería para toda la vida. Al pasar los meses la relación fue cambiando, ya no era como al principio y cuando llevábamos alrededor de 3 meses de casados comencé a vivir violencia física y psicológica, la primera vez que recibí un golpe me destruyó por completo, tomé un bolso, puse mi ropa y salí para no volver nunca más, pero al cabo de unas horas estaba de regreso en mi casa porque simplemente sentía que al divorciarme le estaría fallando al Señor, así pasaron los meses los años y la violencia física y verbal fueron aumentado a niveles que no es necesario describir, durante esos años lo único que hacía era aferrarme al Señor, creía que en algún momento todo cambiaría y ya no sería igual, pero eso nunca pasó. La violencia creció a tal grado y estaba tan desesperada que en varias oportunidades intente quitarme la vida, porque en ese momento prefería estar muerta a seguir viviendo en esa situación.

Cuando llevaba tres años de casada ocurrió la última situación de violencia, fue tan fuerte que en ese momento pensé que moriría, mientras recibía cada golpe sentía que mi cuerpo se desvanecía, ya no tenía las fuerzas necesarias para seguir viviendo y me rendí, le pedí al Señor en ese momento que me llevara con él porque yo no quería seguir viviendo lo mismo, y en ese mismo instante entre cada golpe, mientras sentía que me desvanecía, pude ver literalmente un manto negro sobre mí, me rodeaba y me cubría, me asusté y algo pasó en mí que en ese momento todo mi ser se convenció de que Dios no me había creado para estar viviendo así y empecé a clamar en mi mente “¡Señor sálvame! Sácame de aquí”, y mis ojos se cerraron, y fue en ese momento en que pude escuchar una canción, era el Señor trayéndome a memoria todas las cosas que él me había hablado desde pequeña, las cosas que me había prometido y lo que él había dicho que haría conmigo, lo escuché tan claro que ahora al recordarlo mis ojos se llenan de lágrimas, porque eran sus palabras, fue su voz la que me volvió a dar vida, que trajo esperanza a mi corazón y que me hizo ver que él jamás me había traído a este mundo para vivir lo que estaba viviendo. Cuando desperté mi actitud era diferente, y al pasar las semanas volví a casa de mis padres y hermanas, (ellos no tenía idea de todo lo sucedido durante el tiempo que estuve casada) realice los trámites legales correspondientes y fue un dejar todo para nunca más volver atrás.

A los meses de volver a casa de mis padres, salí a caminar por las calles de Concepción y vi un afiche de un evento que decía “Refundando las Naciones”, cuando lo vi supe que tenía que ir, no conocía a ninguno de los expositores, así que fui, la convocatoria fue tremenda, y dentro de las cosas hermosas que viví, fue que en esa convocatoria me reencontré y conocí a quienes son mis pastores hasta el día de hoy. Nada pasa por casualidad, todo tiene un propósito.

De todo lo antes mencionado, precisamente este mes se cumplen 5 años. Cuando he tenido la oportunidad de contar mi testimonio a algunas personas me dicen “Te miro y jamás me hubiese imaginado que te pasó algo así” y la verdad vivo como si nunca hubiese experimentado esas situaciones de violencia, creo con todo mi corazón que aquello que intentó destruir mi vida, todo lo que pasó en realidad es una mentira, nunca fue real, porque de algo estoy convencida es que lo único real, lo único que tiene sustancia es aquello que Dios dijo sobre mí, por lo tanto, lo demás no existe, no tiene peso, simplemente no es. Si tú clamas, si buscas al Señor ten por seguro que él te va a sacar de donde sea para cumplir su propósito en ti, porque su simiente, lo que él sopló y canto desde el principio sobre nosotros habla mucho más fuerte en nuestro interior que cualquier circunstancia mentirosa e irreal.

No alcanzan las palabras y el amor que tengo en todo mi ser para agradecer a mi Abba, porque él me llamó de muerte a vida, me dio una nueva oportunidad, y mi anhelo es cada día conocerle más y cambiar todo aquello que sea necesario para que su imagen se forme cada día más en mí. Agradezco a mis padres, hermanas, amigos, Pastores y familia de Reino de la Luz por siempre estar y ser una maravillosa manifestación de Cristo.

Es difícil resumir todo en pocas líneas, pero si un día me ves, y quieres conocer más sobre mi testimonio yo voy a estar muy feliz de seguir contando como Dios cambió mi vida, jamás pensé que volvería a sonreír, pero hoy no paro de reír, porque la vida vive en mí.

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