REFLEXION: ¡HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE!
Efesios 6:1-4 Hijos, obedezcan a sus padres, pues esto es un deber: Honra a tu padre y a tu madre. Es, además, el primer mandamiento que va acompañado de una promesa: para que seas feliz y goces de larga vida en la tierra. Y ustedes, padres, no sean pesados con sus hijos, sino más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor.
Éxodo 20:12 Respeta a tu padre y a tu madre, para que se prolongue tu vida sobre la tierra que Jehová, tu Dios, te da.
Esto es un mandamiento de parte de Dios, quien respeta la primera autoridad a la que nos sometemos como hijos, ya que ellos, nuestros padres, son la imagen de autoridad que nos regula nuestra vida, en cuanto a nuestro comportamiento en todo ámbito.
Hoy día vivimos un desajuste, una disociación en las relaciones de las familias, donde no hay imagen del padre presente y la madre es un todo, quien se esfuerza por llenar cada vacío y cada rincón en el corazón de los hijos y proveer el pan de cada día.
Para los que superamos los 40 años, tuvimos a nuestros padres que nos enseñaron mal o bien, nos corrigieron lo mejor que pudieron y se equivocaron en ese afán de hacer de nosotros gente de bien, hombres y mujeres que pudiésemos encargarnos de nuestra vidas. En respuesta a eso, los que hemos visto en estas décadas es un comportamiento extremo de los hijos de antaño, que ahora son padres, un excesivo dejar hacer sin poner límites. En nuestro caso vimos mucha restricción en todo orden de cosas, pero los que hoy son padres, en general, quitaron los límites, que son una regulación para el buen comportamiento de nuestros hijos, límites que nos permiten plantarnos en la sociedad de buena manera.
Como consecuencia de ello, vemos una sociedad insolente, sin rumbo, donde cada quien hace lo que quiere, el derecho es individualista y el respeto egoísta. Se va imponiendo la ley del más fuerte y la violencia nos invade. Nos hemos vuelto menos tolerantes y casi como en el oeste americano, queremos resolver las cosas a punta de pistolas. Quizás, esto le parezca exagerado, pero no lo es…vemos este nerviosismo en el metro, cuando nos desplazamos al trabajo, cuando algo nos afecta directamente, cuando debemos responder a las exigencias día con día. Entonces ¿Donde encaja o pudiera encajar la honra a los padres? Desafiando a los padres a hacer un cambio en sus maneras de pensar y de tratar y educar a los hijos, hacer un cambio en la formación y la entrega de afecto, ya que el amor siendo una herramienta maravillosa de transformación, implica que se le sume límites que aportan seguridad a los hijos, independiente de la edad que tengan, y la corrección, que no tiene nada que ver con violentar a un hijo, sino que tiene que ver con que la autoridad del padre y de la madre se recupere, para que así los hijos comiencen a valorar la labor de amor y formación de los padres. Como respuesta a eso, obedecer a nuestros padres, una actitud a realizar desde pequeños, que no se puede olvidar con los años.
Dios nuestro de Padre, nos aconseja honrar a nuestros padres. Esto es tan importante y valorable por él, que le ha añadido una promesa maravillosa: “para que vivas feliz y tengas larga vida sobre la tierra”. Como dije anteriormente, Dios no pasa por encima de la autoridad que él ha puesto y nosotros como hijos y padres, tenemos como desafío, formar a nuestros hijos en ese valor y respeto. Nosotros como hijos, recuperar el respeto y honra de nuestros padres. ¿Qué implica esto? Velar por su seguridad y bienestar. Cuidarlos cuando ya no pueden valerse por sí mismos, cuidar su dignidad, velar por su salud y cuidado personal, darles cariño e importancia, pues no sobran…ellos no sobran. Son los que nos antecedieron para formarnos un camino, mal o bien, han hecho su mejor intento, porque nadie sabe ser padre hasta que se ve enfrentado a un hijo en brazos. Nadie sabe ser hijo, sino, de acuerdo al modelo que tiene al frente dándole forma…Necesitamos volver a hacer algunos ajustes en nuestra manera de vivir, partiendo por echarle más amor, un amor que se note, un amor que comience a llenar los corazones de aquellos que tenemos la dicha de tener a nuestro lado. Sumarle perdón si nuestros padres nos han causado dolor con o sin intensión. Aunque difícil, es mejor perdonar la falta y poder vivir con un corazón sano, que puede dar amor, ya que el amor cubre multitud de faltas.
¿Qué es honrar? ¿Qué implica? Es un mandamiento sencillo de Dios, escrito con su propia mano, y entregado por Moisés al pueblo de Israel; era de naturaleza moral, y obligación eterna, por todas las generaciones y en cada generación debía guardarse: y para que se entienda mejor, no se refiere solamente a esa alta estima en la que los hijos llevan a sus padres en el corazón, y al lenguaje respetuoso, gestos adecuados que se usan hacia ellos, o así como la obediencia que se les rendirá; sino también se refiere al honrarlos con su mantención, alimentándolos, vistiéndolos y supliéndoles todo lo necesario para la vida, cuando estén en necesidad; lo cual es una mano devuelta por todo el servicio a nosotros, por todo el cuidado, además de gastos y problemas que se les han presentado, y el habernos criado con todo lo que ello implica.
Somos una sociedad que con la tecnología y las oportunidades, hemos retrasado la maternidad. Muchas mujeres han pospuesto su reloj biológico y hoy nos hemos convertido en una sociedad vieja, donde los adultos mayores han aumentado y los nacimientos han bajado su cuota. Esto ha hecho que haya una gran brecha entre los adultos y los niños. Necesitamos volver a acortar los años entre unos y otros. Vale absolutamente formar familias siendo jóvenes.
Podemos no gustar de algunas culturas, pero ver el ejemplo de culturas como Israel, los chinos, localidades de Asia y Europa; y otras por cierto, que han tenido y mantenido un alto honor a los viejos, protegiéndolos hasta el día de su muerte. Ellos se dieron por nosotros, entonces ahora nos toca encargarnos de ellos. Es lo menos que podemos hacer, ya que cuando no se pueden valer por sí solos, nosotros nos transformamos en sus brazos, en sus pies, en sus ojos. Es un acto de amor…de lo que hemos recibido, de eso damos.
La vida tiene inicio y término. Procuremos vivir en un ambiente y en un espíritu de respeto y de amor. Nuestras familias son lo único que tenemos, independiente de nuestras creencias. Nuestros amigos nos podrán ayudar en algo, pero nuestra familia son nuestros lazos, donde la sangre tira y es donde los afectos se forjan y se mantienen. Nuestra familia y nuestros padres son aquellos que nos acogen, los que nos aguantan el mal humor, los que nos consuelan en la tristeza y son los brazos que nos proveen seguridad.
Amemos a nuestros padres, démosle una vida digna, hagamos un acto humanitario cuando las fuerzas ya no les den. Veamos por sus necesidades, seamos su consuelo, seamos su sonrisa, seamos un motivo de alegría para ellos. No esperemos a que mueran, no esperemos a sufrir la pérdida, podemos tener y disfrutar una vida con ellos que trascienda la partida, para que cuando los recordemos, podamos reír en vez de llorar desconsoladamente. Hagamos aquí nuestra parte, para que nosotros podamos vivir en bendición de parte de Dios, ya que él mismo nos recompensará si hacemos esto. Se nos ordena honrar a nuestros padres, tanto con nuestras acciones como con nuestras actitudes.
“El hijo sabio recibe el consejo del padre; Mas el burlador no escucha las reprensiones.” (Proverbios 13:1).