TESTIMONIO: DIOS SIEMPRE ESTUVO CONMIGO, NUNCA ME ABANDONO...
Hola, mi nombre es Leonel Soto Arcos, tengo 41 años, casado, de profesión Ingeniero, nací en la ciudad de Quillota, V región, y actualmente vivo en la ciudad de Illapel, IV región.
Nací en una familia tradicional. Fui bautizado a los seis meses de edad, cumplí con una doctrina que aprendí desde pequeño y que debía seguir. Durante la enseñanza básica, hice mi primera comunión y confirmación (quizás sin la madurez necesaria para comprender su significado). A la vez, durante mi adolescencia, estuve participando activamente en el coro de la Iglesia. Soy un apasionado por la música desde los 10 años, así que me gustaba mucho tocar la guitarra junto al coro cada domingo.
Así pasó el tiempo, entre los estudios, la música y la iglesia, pero había una inquietud en mi vida, algo que no podía comprender a pesar de las enseñanzas recibidas. Tenía 14 años, edad en la que estaba comenzando a descubrir el mundo, pero a la vez, sentía que algo no estaba bien en lo que me enseñaban, me rodeaba de personas que hablaban de Dios, pero era un dios que estaba tan lejano, casi inalcanzable, pero a la vez, era un dios que estaba tan pendiente de mis pecados y que en cualquier momento iba a derramar su castigo. Todas estas enseñanzas aprendidas desde pequeño, eran incuestionables, y cuando quería saber algo más, simplemente me recordaban las doctrinas de la iglesia y que la verdad estaba allí, en ese libro, que era un fiel reflejo de la Biblia.
Pero en mi corazón, yo necesitaba saber quién era realmente Dios, qué pensaba Él, cuál era el propósito de mi vida, (y muchas cosas más). En esta etapa de mi vida fue que comencé a conocer grandes personas y amigos, compañeros de colegio y sus familias, quienes además pertenecían a diferentes religiones.
Me invitaron y por supuesto que acepté con gusto. Quería conocer a ese Dios del que me hablaban con tanta pasión. Así que visité sus iglesias (recuerdo algunas como la iglesia de los Mormones, los Testigos de Jehová, iglesia Adventista y otras carismáticas que no recuerdo su nombre). Estuve estudiando un tiempo con ellos y con sus propias biblias y libros (en diferentes períodos).
Finalmente, lo que logré fue crear una gran confusión en mi vida. Todas las religiones hablaban de Dios, pero con matices distintos y grandes diferencias en sus doctrinas. Por tanto, llegué a una sola conclusión; opté por crear mi propia religión y creer lo que a mí me parecía bien, rescatando lo mejor de cada religión (a mi propia conveniencia por supuesto).
Así pasaron los años, tratando de vivir una vida normal como todo el mundo, haciendo cosas que era normal para todo el mundo, disfrutando de los placeres de este mundo, tratando de agradar a las personas que me rodeaban, vivir y convivir para sentirme social y emocionalmente aceptado, creyendo que era una buena persona, que no asaltaba, no mataba, no aparecía en la prensa por algún delito. En resumen, era una persona normal como cualquiera de este mundo.
Un día, en mi trabajo, me habían recién ascendido y estaba en una nueva oficina. Era un día de alegría para mí. Estaba solo, de repente, se acerca un trabajador conocido de otra empresa. Me saludó, me abrazó y me habló directamente de Jesucristo y me dijo que Dios me amaba. Me regaló una pequeña Biblia (Gedeón) y luego se retiró. Quedé sin palabras, impactado. Sentí por primera vez que Dios me habló y me abrazó a través de esa persona. A partir de ese momento, algo comenzó a cambiar lentamente en mi vida.
Guardé ese libro en la habitación donde pernoctaba durante mi jornada laboral. Pasó el tiempo y sucedieron varias cosas en mi vida. Comencé a conocer personas cerca de mi trabajo que también me hablaban de Dios. También comencé a compartir más tiempo con aquella persona que me regaló la pequeña Biblia. Aunque teníamos diferencia de edad y éramos muy diferentes, me gustaba compartir y escuchar lo que él sabía de Dios.
Pero a la vez, mantenía mi vida secular, compartiendo también con personas que querían llevarme por otro camino, los placeres de la vida eran muy atractivos y parecía que todo se daba de manera fácil. Nunca antes había sentido que el mundo estaba literalmente en mis manos. Tenía dinero, recursos, salía a fiestas por las noches, me portaba mal y esto era aceptado y admirado por mis supuestos “amigos”.
También conocí a personas que me invitaban a ensayar la música que ellos cantaban en una Iglesia Cristiana y que siempre rehusaba a aceptar. Un día, me regalaron un CD con música Cristiana. Comencé a escucharlas y nuevamente me sentí impactado por la letra de sus canciones que hablaban de Jesucristo, de la salvación, del amor de Dios, y sentí que Dios me hablaba a través de la música.
Posteriormente fui de invitado a tocar en una Iglesia Cristiana en la ciudad de Salamanca, 4ta región. Conocí al Pastor de la Iglesia y a su familia. Comencé a estudiar la Palabra de Dios, y pude sentir que mi vida tenía un Propósito, que todo lo que viví desde mi infancia no fue casualidad. Nada fue al azar. ¡Dios tenía un propósito para mi vida!. Dios siempre estuvo conmigo, nunca me abandonó. Siempre estuvo presente en mi vida y yo no me había dado cuenta. Dios me escogió desde antes de nacer. Se rompieron los velos que me tenían cegado espiritualmente y aunque suene “cliché”, ¡¡pude ver la Luz de Cristo en mi vida!!
Recibí a Jesús como mi Señor y mi Salvador. Fui bautizado consciente y absolutamente convencido que dejaba atrás al viejo hombre para convertirme en un nuevo ser, en un Hijo de Dios Finalmente, en la Iglesia conocí a mi amada esposa, una gran mujer y excelente mamá que me ha dado dos hijas maravillosas. He sido muy bendecido con una hermosa familia. Le doy gracias a Dios por su amor incondicional, por su fidelidad. El es fiel y justo. Él tiene todo bajo control en el tiempo perfecto.
Ahora, mi familia y yo le servimos al Señor.
¡¡La Gloria y la honra sean para Dios!!