EN TIEMPO DE VACACIONES: LOS NIÑOS SON MEDIDAS DE JUSTICIA PARA CHILE...
Es época de vacaciones. Familias, padres e hijos, buscan las mejores alternativas para pasar unos días de descanso juntos. Nuestro país posee una amplia gama de lugares para visitar y conocer, desde el extremo norte, al sur. Es una época para disfrutar, dicen los slogans comerciales, pero también una oportunidad para aprender a cuidar nuestro medio ambiente, diría algún servicio público. Sin embargo en medio de tantos anuncios, uno de ellos llama la atención por lo medular de su mensaje del Consejo Nacional de la Infancia: “Los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes no se toman vacaciones”.
Se trata de la propaganda de difusión de continuar con las prácticas de respeto de los derechos de los niños, más allá de un contexto de escuela o conflicto como solemos reconocerlos, sino estar dispuestos a incorporarlos en la cultura chilena, y por supuesto, en tiempos de vacaciones.
Este mensaje motivador resulta un desafío para la familia, pero también debe ser considerado desde las autoridades. Si tan solo hacemos una revisión al estado actual de la legislación en infancia en Chile, una revisión de primer plano, podemos encontrarnos con incoherencias que vuelven poco serio el mensaje del Consejo Nacional de la Infancia.
Desde hace unos meses, en la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados, se discute el proyecto de Ley de Garantías a la Infancia. Uno de los mandatos presidenciales con los cuales este gobierno inicia su administración, y que recae en la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de la Infancia, a cargo de Estela Ortiz.
Este proyecto tiene el gran desafío de incorporar a la legislación chilena un marco internacional de derechos humanos con aplicación para niños, es decir, la denominada Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas (CDN), convención que en Chile fue ratificada en 1990. Uno de los hitos más relevantes de la historia republicana de nuestro país, después del retorno a la democracia.
Ratificar una Convención implica asumir deberes de parte de un Estado (lo que se denomina “garantizar”). Este proceso de generar mecanismo de garantía, puede demorar años. En el caso particular de Chile. El pacto establecido, el compromiso por mejorar las condiciones de vida para los niños chilenos, no ha caminado a la vanguardia del desarrollo social y económico. Y tal vez podríamos decir lo mismo de muchos otros acuerdos de Estado. A la fecha, ya han transcurrido 25 años desde la ratificación y aún Chile no posee un marco regulatorio a la infancia. Factor que retrasa nuestro desarrollo social de forma “equitativa”.
Uno de los pensadores más importantes de este tiempo, el economista y premio nobel Amartya Sen (1999), señala que invertir en la infancia rompe con los ciclos de pobreza y desigualdad. Lo que señala Sen es relevante para nuestro contexto país, en Chile la desigualdad comienza desde la primera infancia (Encuesta Longitudinal de Primera Infancia, 2013).
Ante ello, es clave detenernos a pensar en la necesidad de enfocarnos a trabajar por las generaciones, asumiendo que parte de ellas, lo son nuestros niños chilenos. Ellos representan una medida, un indicador de justicia social para nuestra nación. Jesús lo decía hace miles de años: de los tales, es el reino de los cielos. Es decir, “de los que tienen su medida”, es el Reino de los Cielos. Al representar una medida, entonces podríamos observar, cuán seguro es un barrio o ciudad a partir del nivel de protección que brindan a un niño. Y así con tantos otros ejemplos: salud, educación, vivienda, etc.
Entonces, ¿Cómo se está aplicando la medida de justicia para niños tan solo en el debate de la Ley más importante que definirá el nuevo trato de la cultura chilena para ellos? Hasta la fecha, el proyecto de ley cuenta con más de 300 indicaciones, tan solo en los cuatro primeros artículos. Es decir, con menciones de corrección o revisión del oficio. Indicaciones que han sido estipuladas por diferentes organizaciones de la sociedad civil, bloques de organizaciones que durante décadas llevan levantando una voz por quienes hasta hoy, no tienen un trato digno y por lo tanto, no han tenido la oportunidad de alzar una demanda para mejorar su calidad de vida. ¿Qué ha hecho el gobierno ante este escenario? Su decisión ha sido de dar Suma Urgencia al proyecto de Ley, lo cual no quiere decir que tenga una relevancia política a nivel legislativo, sino la necesidad de avanzar con mayor rapidez. A veces a costa de la calidad de los tiempos de discusión.
Si la propaganda del gobierno era que Los derechos no se tomaban vacaciones, al parecer ellos han caído en el error de habérselas tomado en materia legal. Lo que vuelve latente este grave procedimiento de gobierno, es reconocer que son las leyes uno de los mecanismos de cambio cultural más relevantes que un país posee. Si estamos ad portas de uno de los cambios de trato social más relevante de la historia de nuestro país, pareciera absurdo que no se le dé el tiempo necesario considerando que no se está legislando sobre recursos u oportunidades, sino sobre niñas, niños y adolescentes. No el futuro de Chile, sino el presente. Generaciones que sí tienen voz, pero que dada las reglas de nuestro Estado no cuentan con las plataformas necesarias para hacerlas valer y así aportar a mejorar nuestra sociedad. Necesitamos la justicia que ellos portan. Necesitamos aprender junto a ellos, como una generación, las medidas que darán forma a un Chile más equitativo, más saludable y sustentable.
https://www.camara.cl/pley/pley_detalle.aspx?prmID=10729&prmBL=10315-18