"NO HAY CADENAS QUE SU AMOR NO PUEDA ROMPER"
Cuando se me pregunto si podría dar mi testimonio, pensé y dije bueno ya, pero luego vino a mi mente la pregunta y que digo?, que cuento?. Ante estas interrogantes, note la idea preconcebida que tenía en cuanto a que las personas contarán su testimonio, refiriéndome específicamente a cuando en la congregación los hermanos pasan a dar su testimonio. Es común darlo cuando pasa algo sobrenatural, extraordinario, así como woow...Ante esto fui confrontada con ingratitud en mi corazón y el Señor me llevo a entender que debo ser consciente de su relato, entrar en él, verlo como él lo ve, y continuar en él, y así dejar de negar todo lo vivido, dejar la ingratitud y ver que mi vida está guardada en él, él cuida de mi, y su Misericordia y Verdad siempre han estado delante de mí.
Es por esto que agradezco al Padre el llegar hacer este ejercicio de escribir mi testimonio, porque es una forma de traer a memoria sus bondades en mi vida, su inmenso amor, su paciencia, los milagros que ha hecho, considerando que todo lo que soy es por él, y la soberanía de su amor me ha encaminado de regreso a él.
Debo mencionar a modo resumido, que desde pequeña asistí a congregaciones evangélicas, aprendí a tocar el pandero y así estuve varios años...asistiendo a la congregación domingos, martes y jueves. Con el pasar del tiempo, comenzó a despertar un hambre más profundo por conocer al Señor, por adorarle...por algo más, empecé a notar que estaba llevando una doble vida...en la congregación, con mi amen afirmaba palabras, que no eran una verdad que tomará con un corazón lleno de fe y sincero, y ésta se hiciera vida en mi, transformándome, y en la casa era otra, escuchaba cualquier música, veía televisión casi todo el día, y para mí en ese entonces mi vida, el día a día era colegio casa, ir a las congregación los días que correspondía, y así paso tiempo...seguí creciendo, fui viviendo nuevas experiencias...conocí nuevas personas, pero apegada a la religión, donde nada tiene sentido, lo cual produjo un gran conflicto existencial, una de muchas crisis.
Mientras escribo el Señor me hace recordar cuando ingrese a enseñanza media, ingrese con la expectativa de ser la mejor y destacar en lo que más pudiera, pero a la vez con la idea constante en mi mente en que no sabía nada, con el miedo persistente a que preguntasen algo y yo no supiera responder. Con el transcurso de las primeras semanas de clase, note que habían compañero(as) muy destacados, y yo no lograba entender materias, no ponía de mi parte para aprender, no participaba de las clases, pensaba en que ojalas que a ningún profesor se le ocurriera preguntarme algo, porque me paralizaba en el temor, automáticamente en mi idea errónea en que yo no lograba aprender y nunca sabía nada, comencé a obtener notas rojas, una tras otra, y si es que llegaba al 5.5. Debido a esto y entre otras cosas, caí en depresión, lloraba por todo y sola, no contaba nada, todo lo guardaba, estuve a punto de repetir y el cargo de consciencia por mi irresponsabilidad y no cumplir con mis papas me tenía muy mal. Por la depresión llegue a enfermarme aun mas, comencé a tener dolores muy fuertes en mi cuerpo, habían días que me era muy difícil levantarme de la cama, caminaba lento porque cojeaba, no podía hacer fuerza, etc…mamá me llevó al hospital y me diagnosticaron artritis, el doctor me dijo que todo se debía a mi sistema nervioso que estaba afectando de manera terrible mi cuerpo, me dijo si sigues así se te puede hasta caer una cadera, debes parar con esto, todo lo que te pasa es porque tú te lo estas provocando, entonces me derivo al psiquiatra, al cual no fui. Ante esto, de cierto modo fui consciente de lo que estaba ocurriendo, me vi hundida en la soledad y el temor, me maltrataba a mi misma con mis constantes pensamientos de menosprecio, ante todo con la idea de que no era nadie, que todos sabían mas que yo, que todas la niñas eran más lindas que yo, que jamás un niño se fijaría en mi etc.
Tenía a mi familia, tenía amigos, las personas me aceptaban, reconocían cosas buenas en mí, pero yo ensimismada en el temor y en la imagen falsa de mi, en el orgullo y el rechazo decidía una y otra vez creer aquello que no era, pero al creerlo lo hacía parte de mí, lo hacia mi realidad, mi mundo oscuro y solitario donde mi pensamiento caído y mis palabras llenas de melancolía y dolor se volvían cadenas que yo misma ponía en mis manos y pies. En la angustia, en la soledad que me encontraba...su amor resplandeció y su canto de libertad me rodeo, palabras de vida y verdad que rompían las ataduras; decidí creerle, creer que el no me había creado para estar así. El Señor me sano, los dolores ya no estaban y era gracias a que se había dado inicio a un amanecer...una transformación en mi corazón, que me llevaba a confiarle mi vida al Señor y cambiar la forma de pensar, la forma en cómo concebía todo lo que me rodeaba…Era él delante de mí, llamándome en la pureza de su amor a libertad, desde lo más profundo de mi espíritu su voz sonaba para perdón y libertad.
Ahora puedo decir: esto que viví significaba encontrarse con Dios, encontrarse con el Padre, nacer de nuevo y vivir en la identidad correcta, la identidad de hija de Dios, más allá de ideas preconcebidas en mi mente de él, significaba entrar en la realidad de su amor, en la luz, en la vida que lo llena y sustenta todo.
Lo que cuento significo un hito, y así han pasado muchas más cosas que luego de vivirlas puedo decir: ooh Padre eres tan Fiel y perfecto! y caer rendida una otra vez a su voz, a su amor. No son experiencias o tratos aislados, en el Padre todo tiene un propósito, solo en la luz de su voz, solo dentro de él podemos ver aquello que fue hecho en él y por él y caminar en el relato eterno y hermoso de su voz.
Que nuestra vida sea el testimonio genuino del relato que el Padre en la eternidad escribió, la manifestación pura de su voz, de su voluntad, que solo él sea glorificado, que nuestro caminar reconozca que la única fuente de vida y verdad es él.