TESTIMONIO: "DIOS SIEMPRE HA ESTADO CONMIGO, SIEMPRE LE SEGUIRE"...
Cuando recuerdo mi infancia, me pregunto ¿Cómo pude soportar tanto?, cuando recuerdo lo que pasó, me digo “Si, Dios estaba conmigo”…y cuando finalmente le conocí más aún me cercioré que El me amaba y me deseaba aún antes de que el mundo fuese. Lo sé y nadie puede quitarme o robarme esa verdad, lo sé y mi corazón se afirma y se fortalece en ese amor inmedible e incontable por mí, amor que perdona, amor que cubre multitud de faltas.
Mi nombre es Carmen Toro, mi infancia y gran parte de mi juventud fue terrible, si tenía una familia pero desunida, tenía a mis dos padres pero igual me sentía huérfana, tenía muchos hermanos pero igual me sentía sola. Siempre me sentí sola, siempre me sentí el “bicho raro” de la familia, y no era cosa mía, siempre me lo hacían sentir.
Fui engendrada no siendo deseada por mis padres, la pobreza les había quitado la alegría de tener hijos, la situación tan adversa les hacía sentir a mis padres que un hijo sería solo un problema más que tener que sustentar. Lo sé porque un día hablamos de esto, buscando respuestas, esos “¿porqué paso todo esto?”, yo creo que quizás tu también muchas veces dijiste o lo has dicho: ¿Por qué me tocó vivir esto a mi?, ¿Porqué tanto sufrimiento?.
Cuando hablamos con nuestros padres acerca del pasado, del tiempo cuando ellos se casaron o recién se habían conocido nos asombra saber la situación que muchos de ellos tuvieron que afrontar, o por otro lado visualizar la gran cantidad de oscuridad en la que vivían de modo que es hasta comprensible el hecho de que ellos no supieran que hacer o hacia dónde ir, cuando estás viviendo en oscuridad lo bueno es malo y lo malo es bueno. Poder entender esto me llevo a perdonar de corazón, perdonar a los que me habían dañado, perdonar a mis padres pues ellos no tenían como saber ser mejores, la ignorancia en la que estábamos todos sumidos nos tenía enceguecidos en nuestros propios camino o los que la iniquidad escribió para nosotros.
Desde niña sufrí mucho rechazo, desde niña siempre me dijeron que era la más fea de todos mis hermanos, era la “patito feo”, me dijeron familiares cosas como “tú nunca vas a ser mejor, o nunca vas a ser como tus hermanas, me das pena, da pena que seas así”, yo muy niña no entendía cual era el motivo por el cual se ensañaban conmigo, no lo entendía, trataba de hacerlo pero no resultaba, no tenia respuestas….lloré mucho, llore con dolor y amargura muchas veces, muchas veces le dije a Dios ¿por qué me pasa esto a mi? ¿Qué les hice para que me trataran así?, desde mi kínder sentí persecución, sentía que nadie me quería, pasaba sola sin tener amigos, no quería nada, no quería por esa razón estar con nadie, me sentía rechazada y yo también los rechazaba.
Mi corazón se endureció tanto que me volví insensible, no me importaba el dolor ajeno, y si sentía dolor me lo aguantaba, no deje que nunca nadie más me viera débil o indefensa, me cubrí como con una armadura de apatía para que nadie me dañara y me convertí en alguien o en algo que yo no era, eso me dañaba pero sentía que así debía ser, me volví orgullosa y perfeccionista, no quería que nadie viera mis errores ni me los permitía cometer, así que exigía a los demás la misma perfección que la mía, hice muchas cosas para ser admirada, aprendí mucho para que me valoraran, todo lo hacía al final por temor al hombre y por sentirme aceptada por los demás, hacía favores para que los demás estuvieran a mis pies y así podría contarles tantas cosas más que no cabrían en estas páginas. Realmente era otra persona, mis papás menos me entendían, mis hermanos tampoco, yo era otra, una creación de la baja autoestima y el rechazo, la soledad me edificó y mi corazón se volvió de piedra.
Todo esto terminó cuando estaba a horas de suicidarme, un rechazo y una depresión ocultas me estaban carcomiendo el alma, ya no podía más, ese día en medio de tanta dureza y dolor Dios me llamó, oí su voz, que me dijo “Ven, yo te amo, siempre he estado contigo, te amo por quien eres, no por lo que haces o dejes de hacer, te amo desde antes que nacieras, di a mi hijo por tu rescate y hoy es el tiempo, hoy es el día de tu salvación”….Asistí a la congregación más cercana, y la predicación de ese día era para mí, Dios seguía hablándome de Su amor, y de cómo aún en el vientre de mi madre El estaba conmigo…me llevó a perdonar, a dijo que dejara mis cargas, que me sacara esa armadura de hierro y le siguiera…..desde ese día mi vida cambió, se por experiencia propia que mi embrión vieron sus ojos y que solo El me pudo sostener en todo ese tiempo, y que el infierno no pudo destruirme, porque El estaba conmigo y había escrito cada capítulo de mi vida, todos mis días estaban en Su libro y en ellos pude ver su Amor y sabiduría…Me he llegado a conocer (se que aún me falta)como soy realmente, El me ha dado identidad y valor, El me ha dado desde antes de la fundación del mundo todas las cosas, no lo sabía pero hoy lo sé porque me he vuelto una seguidora de Cristo para siempre, soy su dicípula y quiero seguir siempre sus pasos…te invito a seguirlo, El es el camino hacia el Padre…