¿DONDE ESTABAN?: LA INVISIBILIDAD DE UNA GENERACION...
En el último tiempo se han publicado muchas noticias que hablan de la gran cifra de muertes de niños y menores de edad en los centros y hogares del Servicio Nacional de Menores (SENAME). Fue muy sorpresivo enterarse del número de víctimas, no obstante, no eran recientes, sino una constante que se daba durante todos los años de funcionamiento de esta institución, y que después de esconderse por mucho tiempo en algún cuarto oscuro de la consciencia colectiva, salió a luz: “La olla se destapó”, y todos saben lo que hay dentro de ella, no era lo que parecía.
Se evidenció la falsa piedad de un gobierno que valora los índices de economía, por sobre la calidad de vida y resguardo de los menores de edad y el ejercicio constante de sus derechos. Se preocuparon del dinero antes que los niños, semillas en crecimiento para nuestro país.
En los 10 meses de trabajo que llevo en un programa de SENAME los comentarios logísticos y administrativos son conocidos muy pronto: Rotación constante de profesionales, que duran un período corto de tiempo, por ir en busca de mejores oportunidades laborales. También he escuchado de hogares que han llegado a tener dos cuidadores que no tienen ni siquiera un título profesional o preparación previa para hacerse cargo de 100 niños. Un sueldo indigno, que un profesional con años de preparación no estaría dispuesto aceptar, ya que tendría mejores ofertas laborales. Pero es un sueldo que una persona común y corriente sí estaría dispuesta a aceptar, simplemente tiene que estar, y “no calentarse la cabeza” en pensar como cambiar y asegurarles una vida de calidad a los niños, sólo tiene que evitar que se maten los unos con los otros, aunque muchas veces implique el uso indiscriminado de psicotrópicos y medicamentos. Estos son de los muchos comentarios de “pasillo” que son parte del contexto de los programas de SENAME.
Ahora con lo mencionado anteriormente, quiero aclarar dos cosas: Primero, creo que hay gente dentro de SENAME que sí son apasionadas por los niños, y no todos son malos. Segundo, creo que el título no es relevante para amar un niño, porque simplemente hay que darse por ellos. El tema es que un profesional generalmente busca las mejores ofertas laborales. Con estos dos puntos he llegado a la reflexión de que, más allá de todas las falencias que ha tenido SENAME, el gobierno nunca pensó realmente en los niños, fue un tema totalmente Invisibilizado.
Si realmente hubiesen pensado en ellos, hubiesen invertido más dinero en más profesionales, más cuidadores, más programas, más proyectos, etc. En crear mejores condiciones para ellos en los hogares. El amor se refleja en el Darse, y las muertes reflejaron el horrible egoísmo de una nación, de una cultura que invisibiliza a las generaciones, basando su orden social en el consumismo, la apariencia y el crecimiento económico.
Entonces me pregunto ¿dónde estaban los niños que no los veíamos? Y como respuestas vienen algunas palabras, una lluvia inmediata de ideas a mi mente: egoísmo, apariencia, temor a darse a otros, amor al dinero, corrupción, y muchas más.
Los niños siempre han estado, pero no se les ha dado el valor que les corresponde: una semilla en crecimiento, la posibilidad de un quiebre en la comodidad de una sociedad tan insensible y egocentrista.
La falsa piedad se ha descubierto, pero debemos tomar una decisión, o nos ponemos la máscara nuevamente y replicamos el mismo sistema de mentira, hasta desensibilizarnos al respecto; o pisoteamos la máscara hasta romperla, y dedicarnos a contemplar genuinamente a los niños, admirar el potencial y espontaneidad contenida en ellos, y darse a sí mismo para que puedan desarrollarse y crecer en un ambiente de amor y no de sobrevivencia, comprendidos y no estigmatizados, vistos y no invisibilizados, escuchados y no obviados. La semilla es insignificante en tamaño.
Que el exceso de trabajo, que las preocupaciones financieras, que los problemas personales, no priven a los niños de sentirse escuchados, vistos y reconocidos por nosotros, porque lo que para nosotros es insignificante, para ellos es un regalo preciado que los hará crecer. Porque lo que pensemos NOSOTROS de los niños, no significa que ellos también lo piensen. Veámoslos en su genuinidad. ¡Ahí están! ¡Ahí los veremos!