Cuando los hijos toman su camino.
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Muchas veces vemos o escuchamos que la ley de la vida es que los hijos crecen y se van de la casa y asumimos que algún día va a ocurrir; sin embargo, puede ocurrir que el momento llega antes de lo esperado o en circunstancias que no planeamos. Como padres sabemos que un día nos enfrentaremos a esta situación, pero nunca nos sentimos preparados. El diseño de Dios es que, en la familia, los hijos nazcan en el vinculo del amor, bajo los cuidados y la protección de los padres, los cuales tienen la tarea de guiarlos desde pequeños estableciendo los principios y valores correctos. Luego cuando sea el tiempo, sus hijos deben formar su propia familia, impregnando en ellos los mismos principios que recibieron cuando niños. En el pueblo de Israel eran los padres quienes debían trasmitir toda la palabra de Dios a sus hijos y lo hacían realizando sus tareas diarias, mientras trabajaban en sus oficios.
Ahora los tiempos son diferentes, la mayoría de los matrimonios trabajan ambos fuera de casa y no hay tiempo para enseñar a los hijos, esa tarea la delegamos a los profesores y líderes. Es una de las razones de porque la relación entre padres e hijos se ha complicado, ya que no existen tiempos de calidad para afianzar y fortalecer las relaciones familiares. La tecnología ha sido de mucho beneficio para el avance en muchas áreas, pero ha habido un retroceso en el área de las relaciones interpersonales. Si como padres no nos damos cuenta a tiempo de que estamos perdiendo tiempos muy valiosos con nuestros hijos, vamos a sufrir duras consecuencias.
Debemos romper con la falta de organización en nuestros tiempos, que nos tiene ocupados todo el día y buscar pasar tiempos de calidad con nuestros hijos. Si no lo hacemos, cuando llegue el momento, se irán de casa y no habrá lazos fuertes que los hagan volver a ella. Harán su vida lejos de ti, sin importar tu opinión o el dolor de su partida. Si tus hijos todavía están contigo, aun hay esperanza de restaurar lo que se ha quebrado, aun hay tiempo para perdonar y pedir perdón. Hay tiempo para fortalecer, para abrazar, para tener una conversación profunda con ellos, hay tiempo para reconciliar. Si ya se han ido de casa y sientes que es tarde, no es así, no te desanimes. El amor es el mayor poder sobre la tierra y nadie puede resistirse a él, por más duro que esté un corazón.
Sabemos que cuando los hijos son pequeños, es más fácil relacionarnos con ellos, pero cuando crecen y entran en su etapa de la adolescencia, se complica todo. Y es cuando más necesitamos de sabiduría y una gran porción de paciencia y amor. Y es vital pedir consejo a Dios en lo que debemos hacer. Recordemos que el nos creó y nos conoce mejor que nosotros mismos. Suele suceder que los jóvenes se encierran en sí mismos y es ahí donde necesitamos consejo divino para saber que les pasa, como ayudar y aconsejar. Si hemos invertido bien en ellos desde pequeños, hay mucha mas posibilidad de que las relaciones se fortalezcan mas en esta etapa, pero tampoco te asegura totalmente que sea mas fácil. Los chicos están buscando encontrar su propia identidad y están probando ir más allá de los limites establecidos. Es entonces que debemos permanecer mas firmes que nunca, pero, aunque debamos disciplinar con firmeza, es importante que vean que esa corrección es porque los amamos. Debemos plasmar el corazón de Dios como Padre en ellos, que sepan que al que se ama se corrige.
¿Por qué es tan importante darnos el tiempo para todo esto? Porque de eso depende lo que ocurra después que nuestros hijos se van de casa y emprenden el vuelo. Las razones por las que tengan que partir pueden ser muy variadas, pero lo que viene hacia adelante mostrará cuanto hicimos y cuanto no por y con ellos. Cierto es que nunca es tarde para remediar las cosas, pero mejor seria evitar tanto sufrimiento por lo que pudimos hacer y no lo hicimos, o cuando reaccionamos demasiado tarde.
Por otra parte, hay muchos jóvenes en distintas partes del mundo, que aun pasando su adolescencia y siendo ya adultos, se niegan a dejar el hogar paterno. Es una actitud que han adoptado muchos, ya sea por moda o comodidad, pero que esta totalmente fuera del diseño de Dios. Es entonces cuando los padres necesitamos “empujar” a nuestros hijos para que emprendan el vuelo. Y es vital hacerlo, porque ellos necesitan crecer y desarrollarse fuera del “nido”. En la misma naturaleza, el águila, cuando sus polluelos están listos para volar, los empuja hacia abajo para que levanten el vuelo. Parece como una madre desnaturalizada, pero no es así, ella les esta dando su gran lección de vida y supervivencia.
Cuando mi hijo menor de 24 años me comentó que lo habían llamado a trabajar al norte de mi país, no puedo negar que mi primer pensamiento fue de negación. La sola idea de tenerlo lejos, de no poder verlo cada día, me provocaba mucha tristeza y angustia. Me negaba a dejarlo ir tan lejos y solo. Entonces recordé que la voluntad de Dios es buena, agradable y perfecta. Y en esa certeza, decidí esperar saber si lo iban a contratar, eso significaba que estaba dentro de su voluntad. Y lo contrataron. Y supe que era su voluntad. Yo vivo en la región metropolitana y mi “pequeño”, se iría a muchos kilómetros de distancia. Pero, aunque vinieron muchos pensamientos de temor, de tristeza, no permití que mi voluntad se pusiera por sobre la de Dios. No permití que las emociones me gobernaran y decidí confiar en Dios como Padre, que cuidaría de mi hijo adonde quiera que vaya. Los últimos días antes que se fuera, los aproveche al máximo. Le entregue lo mejor de mí, le expresé mi amor de muchas formas y le dije cuanto lo extrañaría, pero a la vez lo animé a hacerlo y lo bendije. Aunque hay cosas que no se alcanzaron a dar entre nosotros, tengo la seguridad de que por causa de obedecer su voz y aceptar su voluntad, Dios hará en su tiempo todas las cosas que hubieran quedado pendientes. Tengo la certeza que todo el tiempo que compartimos juntos y que todas las semillas que fueron sembradas en su corazón, un día darán su fruto. Aunque reconozco que cometí muchos errores, la verdad no conozco padres que no les ocurra también, pero el amor, cubre multitud de faltas. ¡El amor es el vinculo perfecto!
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Ya han pasado casi un mes desde que se fue, pero gracias a la tecnología, podemos mantener el contacto. Aunque no puedo abrazarlo o verlo dormir en su pieza todas las noches, mi amor por él, lo dejó libre y lo alcanza a pesar de la distancia. El ya es todo un hombre, dejo atrás la infancia y debo confiar que tomara buenas decisiones. Y aun si se equivoca, debe aprender de sus errores. No sé si volverá pronto a casa o tomará algún tiempo, eso solo Dios lo conoce y es algo que se escapa de mis manos, de mi voluntad. Pero ahora voy a confiar en Dios. Su voluntad, es buena, agradable y perfecta.