Padres, un Amor sin límites
El tiempo pasa tan rápido que no tenemos tiempo para las cosas más esenciales de la vida como compartir con aquellos que amamos, nos falta tiempo para amar de verdad y aun las relaciones de amistad son ligeras, porque casi que no hay tiempo para profundizar y estamos tan cansados que no hay ánimo para aquello.
Pasamos por etapas en que vamos cambiando y si recordamos, en la niñez nuestros padres eran absolutamente nuestro mundo y éramos muy dependientes en todo sentido de ellos, en la adolescencia o etapa donde todo nos molesta y nos enojamos contra el mundo y a quienes primero tiramos al blanco es a nuestros padres, nos descargamos contra ellos y nos olvidamos de que han sido lo mejor que han podido ser. Solo cuándo crecemos y entramos en una etapa madura o hemos tenido nuestros propios hijos, estamos en la misma parada para poder entender todo lo que han tenido que pasar por causa nuestra y nos damos cuenta que ha sido por amor.
Creo que es muy rescatable recordar cómo se comportan las tribus indígenas, etnias y pueblos con respecto a cómo tratar a los padres, independiente de su edad. Los ancianos y los padres en sí mismos, intrínsecamente tienen el derecho de ser respetados y valorados en su rol, se les respeta la palabra y el consejo, su sabiduría y su voz, la palabra de un padre merece ser considerada, porque son dignos y son protección para nosotros. Ellos son la primera autoridad asignada por Dios, pues él nos asigna la familia en la que naceremos, no podemos escoger a nuestros papás ni a nuestros hermanos, pero es el lugar para que un niño crezca saludable en todo sentido y se desarrolle en todos los ámbitos.
La familia es la cuna de la sociedad, es el fundamento, es el cimiento de una ciudad o nación sana, por lo tanto una familia bien constituida en principios cristianos y morales, en amor y cuidado, es una familia que incubará y moldeará niños sanos en toda la extensión de la palabra.
Hoy vemos con más frecuencia la importancia de volver a ciertas formas de actuar con respecto a los padres. Por ese amor incondicional que nos dan ellos merecen ser respetados, cuidados, tratados con cariño y ternura. Cuidarlos en su vejez, porque es la ley de la vida que sus hijos los cuiden y se hagan cargo de buena manera de ellos y velen por sus necesidades. Son manos devueltas de puro amor.
Talvez, a nuestros ojos no son perfectos, pero es un acto de amor traernos al mundo y darnos la vida y ayudarnos a vivir lo mejor posible. Se requiere de mucho valor para tener hijos y criarlos, se requiere de un gran corazón y determinación, se requiere de mucha Fe para avanzar creyendo que vas a lograr una buena formación para ellos y que nada les va a faltar, por eso ningún sacrificio es poco.
Curiosamente cuando los padres son ancianos se vuelven como si fueran nuestros hijos, requieren de todo nuestro cuidado y protección, se vuelven vulnerables y lentos, hay que acogerlos y ayudarlos a pasar por el proceso de que todo es en cámara lenta y requiere paciencia. Necesitan de una voz que los anime y los aliente y los haga sentirse valorados. Que nuestra voz y nuestros brazos, nuestros ojos y nuestros oídos estén prestos para amarlos hasta el final y nos quede el recuerdo de haber cumplido por amor.
Escojamos amar de manera práctica, pues no sabemos cuándo ya no estarán entre nosotros.