Dar y Darse.
Sin lugar a dudas, en este nuevo tiempo, que estamos viviendo, resulta casi incomprensible que alguien no esté dispuesto a dar, pero si hay una gran diferencia entre el dar lo que nos sobra, lo que no sirve, o simplemente lo que ya perdió su valor, o dejó de estar de moda.
Si pudiésemos entender, que todo lo que tenemos, No nos pertenece, sino que es Dios quien nos provee para nuestro bienestar, y para compartir con nuestros hermanos, que lo necesitan.
Si no entendemos este principio fundamental, nos transformamos en personas egoístas, egocéntricas, materialistas, tratando de satisfacer nuestras propias necesidades, esclavos del sistema de este mundo, y por lo tanto acumulando cosas, sin saber ni para que nos sirven, si esto nos está ocurriendo, es simplemente porque estamos haciendo todo lo contrario de nuestro diseño, que es dar, compartir de lo que Dios ha provisto para nosotros, en su infinita misericordia.
El mayor ejemplo que tenemos de dar es el Padre dando a su hijo; Jesucristo, dando su vida, por nosotros, ¿Habrá alguien que esté dispuesto a darse de esa manera?
Para mí el dar, comenzó siendo por obediencia, muchas veces sin entender, conforme lo iba haciendo empecé a sentir gozo, una alegría en poder dar de todo aquello en que nosotros también hemos sido bendecidos, ciertamente trae más dicha el dar que el recibir.
Hace un tiempo que empezamos a visitar la “villa nueva” en la comuna de El Monte, Santiago de Chile, donde nos hemos encontrado con una realidad muy distinta a la cual nosotros estamos acostumbrados, encontrarse con personas que habían perdido la esperanza, con tanta necesidad y sin que nadie las tomara en cuenta, familias que ni siquiera tenían para cubrir sus necesidades más básicas, como pagar la luz, el agua, y muchas veces no tenían para alimentarse, ¿Usted puede imaginar que esto ocurre en medio de estos tiempos de tanta comunicación y modernismo?
Comenzamos a visitarles, llevamos mercadería, ropa, les ayudamos a que pudieran salir de la situación que estaban atravesando, orando por ellos, devolviendo la Esperanza para que pudieran confiar en Dios quien no se olvida de ellos.
Así partió el como hemos comenzado a darnos por los demás, con nuestro tiempo, nuestras finanzas, nuestras vidas, manifestando el amor en nuestra ciudad. Y con asombro ver que al poco tiempo la gente ya estaba siendo transformada, pues el volver a creer es la clave, la fe mueve montañas.
Ha sido un tiempo maravilloso que por cierto también nos ha trasformado, desde lo más profundo de nuestro corazón, en personas dispuestas a ver la necesidad de otros, y manifestar el amor de DIOS a nuestros hermanos…
Podemos decir que hay mayor alegría en dar que en recibir, ¿Y tú quieres ser parte? Escríbenos.
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