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La Voz de La Verdad

Todo se ve mejor desde arriba.


Como Realizador Audiovisual, y tal vez como muchos de ustedes, he observado con detención y expectativa, el vertiginoso y avanzado cambio tecnológico de los últimos años, he observado como la realización de una película, un programa de TV o de Radio, o un video de alta calidad se puede hacer con cada vez menos presupuesto, y con tecnología revolucionaria. Artefactos como las cámaras fotográficas DSLR, que hoy pueden registrar en formato 4K y con calidad de cine, o los famosos Drones, que hoy pueden elevar la cámara e introducirla en rincones antes impensados.

Quisiera detenerme allí, en esa maravillosa vista que hoy los drones nos dan la posibilidad de apreciar. Estamos acostumbrados a mirar nuestras ciudades y entornos desde el nivel de suelo. Sin embargo, hoy podemos ver desde arriba. ¿Por qué te escribo estas palabras? ¿qué tienen que ver contigo? Mucho, yo diría todo.

La visión de nuestra vida se reduce al estrecho margen de la rutina diaria, comúnmente sin trazar una ruta que le de sentido, sin mirar hacia adelante, la visión de tu vida se reduce al diario vivir, o más bien al sobrevivir. ¿Has meditado en que tu vida puede estar transcurriendo sin dejar una huella, o más bien algo trascendente para la siguiente generación?

Generalmente perdemos de vista cosas hermosas, por ejemplo, por afanarnos en el trabajo, o en proyectos, podemos perder momentos invaluables del crecimiento de nuestros hijos, o la posibilidad de fortalecer nuestro matrimonio con un acto de amor, o de simplemente mirar la necesidad de mi vecino, o de algún desconocido(a) que necesite ayuda, ante lo cual experimentaríamos que el dar, es mucho más grande que recibir.

Cuantas cosas dejamos pasar sin haberlas visto, pero estuvieron frente a nosotros y no nos dimos cuenta. Cosas como el orgullo, el egoísmo, el temor, la obstinación, nos hacen perder de vista lo más importante, hacen que, viendo, no podamos ver, y oyendo, no podamos escuchar, son las cosas que endurecen el corazón para que no podamos creer, y poco a poco, se van cerrando las posibilidades que podemos vislumbrar y mirar el mañana.

El ver la vida a nivel de suelo, te hace perder toda esperanza, te va ensimismando, hasta que ya no puedes ver. Es así como la amargura y el vacío van invadiendo tu ser, es por esto que pueden entrar otros sustitutos nocivos, que pueden ser vicios o adicciones, o aún la depresión, que pueden matarte poco a poco.

Quienes hemos atravesado los valles más oscuros, sabemos también lo que es divisar la luz en el horizonte, y sabemos también cual es la sensación de la luz del día volviendo a llenarlo todo. He descubierto lo maravilloso y tremendo que es volver a ver. Como aquel ciego, sanado por Jesús, que recobró la vista, y en los primeros instantes los vio a todos como árboles, luego su visión se “normalizó”, y aunque esto parece una leve falla, en realidad vio mejor que muchos de nosotros, pues en realidad a los ojos de Dios somos como árboles, fuimos hechos para dar fruto. La pregunta que surge es ¿estamos dando fruto en lo que fuimos diseñados? ¿estamos cumpliendo nuestro propósito?

Sea en el ámbito físico o en el intangible, lo que permite ver es la luz, la cual inherentemente nos dará una definición de todo lo que está a nuestro alrededor. Mientras más luz haya, más definido será el entorno, y aún esto es en nuestros pensamientos y decisiones. A medida que los pensamientos de Cristo invadan nuestos pensamientos y nuestro entendimiento, las decisiones serán cada vez más definitivas, bajo convicciones firmes, bajo principios inamovibles, no habrá más lugar al relativismo o la confusión, podrás ver claramente y en pureza todas las cosas. Si tus ojos (entendimiento) ven claramente, estarás lleno de luz. Sin embargo, cuando creemos que podemos gobernar nuestra vida sin tomar en cuenta los pensamientos o el parecer de Dios, perdemos este enfoque, todo se vuelve confuso, indefinido e incierto.

Es interesante cómo la Sabiduría, y la inteligencia, están relacionadas con el VER. El que es entendido, puede divisar el mal viniendo, y se esconde para no ser parte de él, porque el entendido sabe que todo tiene consecuencias, y que lo que se siembra, también se cosechará. En cambio, el corrupto, el perverso, el malvado, no piensa más que en sólo una oportunidad para si mismo, y si en eso daña a otro, no le interesa, porque en realidad ni si quiera puede ver donde su pie tropieza, aunque sea al medio día, porque su entendimiento está cegado, ya no puede ver.

El orgullo, la altivez, la soberbia, la arrogancia, la obstinación te llevarán a justificar lo que sea, las perversiones más aberrantes, las mentiras más absurdas, las ideologías más utópicas, los intereses más corruptos, bajo esta óptica, se puede justificar una guerra civil o militar, a costa de miles o millones de inocentes, a causa de intereses económicos, bursátiles o geo políticos, y decir luego, que fue por el “bien” de una nación. Todo radica en si se puede ver o si se está cegado.

En nuestro interior, podemos justificar mil cosas, creerlas verdaderas, y hacerlas parte de nuestra vida, claramente, esto no las convierte en la verdad. A esto llamamos relativismo, cuando cada uno dice tener una verdad, no podemos entonces hablar por ejemplo de Libertad, porque nuestro espacio libre, terminará inevitablemente chocando con el de otra persona. Sin embargo, cuando tenemos límites o

parámetros comunes y colectivos, como, por ejemplo, amar a los otros como a mi mismo, entonces respetaré esos espacios, y aún más, saldré de mi egoismo, procurando hacer algo por ellos. La verdad, no es subjetiva, no es relativa, ni cambia con los tiempos, LA VERDAD ES, Y ESTÁ DEFINIDA POR LA LUZ.

Sólo la Luz y La Verdad, pueden guiarnos a una vida bien vivida, que pueda dejar una buena plataforma a la siguiente generación, un gran legado que permanezca en el tiempo, y no algo que después queramos borrar. La Luz y La Verdad, no tiene como fuente a la filosofía, la academia, ni a los teóricos contemporáneos, ni menos a las corrientes ni ideologías pasadas, actuales o venideras. La Luz muestra la Verdad, y esta, sólo puede ser definida por los pensamientos de Cristo, y sólo puede ser visualizada y entendida, cuando hay un corazón humilde y receptivo, dispuesto a entender, a dejarse enseñar. Cuando nos dejamos purificar, y somos lavados de una pasada manera de ver y pensar, entonces realmente podemos ver.

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