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¿Dónde encontrar una certeza?

Por Cristian Godoy Caroca



Este año, debido a los cambios que ha forzado la contingencia, como pocas veces en Chile, este 10 y 11 de abril habrá 4 elecciones en un mismo día. Se elegirán los Constituyentes, 155 ciudadanos encargados de la redacción de la nueva carta magna. Por primera vez se elegirán los Gobernadores regionales, cargo que hasta ahora era de confianza de la Presidencia de la República, encargado de coordinar las disposiciones del gobierno central en cada región, y entre otras funciones asignan los recursos en la Región respectiva a su competencia. Además, se elegirán los Alcaldes y Concejales.


Al igual que el año pasado, no ha sido cómodo ni fácil, aún no salimos de las medidas restrictivas propias de la pandemia, y entre la coordinación y las medidas, esto se hace una tarea titánica. Sumado a ello, venimos de un ambiente socialmente enardecido o al menos inestable. Veníamos de un 18 de Octubre que nos remeció, y que su imagen latente sigue ahí, como una bomba a punto de estallar.


Desde el arribo de la pandemia, tanto el gobierno, así como los medios de comunicación, han utilizado la contingencia para amplificar descaradamente la sensación de temor colectivo. Es decir, una cosa es el problema incierto en un inicio y en buena medida hasta ahora, ante el cual uno adapta soluciones, pero con el cuidado de llamar a la población a la calma. Otra cosa es la excesiva reiteración, las medidas erráticas y comunicaciones confusas que generan en la gente comportamientos erráticos derivados del propio temor y confusión.


Junto a lo mencionado, se percibe fuertemente una sensación de injusticia, evidenciadas en recientes casos que afectaron a menores, pero que sólo muestran antiguas deudas pendientes que ninguno de los poderes del Estado ha sabido o derechamente se ha interesado en saldar. Existen demandas del propio estallido social que aún no son atendidas. Particularmente nos encontramos ante el empoderamiento del delito y su impunidad, donde las víctimas tienen menos atención que los delincuentes. Recuerdo el arribo de la reforma procesal penal, sus grandes edificios y sus salas de audiencias muy similares a las de Estados Unidos, que por cierto parecían de Serie de TV. Sin embargo, la justicia en Chile no es ni la sombra de lo que prometió.


Estamos en un país con una clase política deslegitimada, sin credibilidad, ya no cuentan los partidos ni sus caras más visibles, ya ni si quiera tiene peso ser de izquierda o de derecha, porque dicha la verdad, si miramos nuestros territorios alrededor, nos cuesta distinguir entre los candidatos alguna intención genuina de hacer las cosas bien, de interesarse realmente en lo que pasa en nuestro entorno y de traer soluciones concretas que gatillen un verdadero desarrollo a nuestro país y a nuestras comunidades locales.


¿Qué hacer ante tanta incertidumbre?

Honestamente no conocemos mayormente a los candidatos al municipio, mucho menos a los candidatos a Gobernadores y Constituyentes. Diciendo la verdad, la hegemonía de los grandes partidos, ha acallado a los independientes, de los cuales sólo algunos se han podido dar a conocer y con mucho esfuerzo. La sensación que queda al ir a votar es la de ir a ciegas, o sinceramente ir a votar por el mal menor, como ya lo hacíamos hace varios años. Si miramos concretamente el acontecer de nuestra Provincia de Talagante, andan muchas banderas, de distintos colores, varios puerta a puerta, promesas, etc. Pero ¿quién realmente te dice la verdad? A algunos se les ve sólo en las vísperas de elecciones.

Venimos de muchas decepciones, ¿de verdad seguimos creyendo en la democracia? Triquiñuelas de los Partidos y el Servel, rostros que dicen representarnos, pero no son más que árboles sin fruto, soluciones que nunca llegan, ¿qué hacer? Es justo decir que no podemos meter a todos en el mismo saco, efectivamente hay candidatos en la provincia que no conozco y otros que si conozco que me han dado una grata sorpresa, debido a su gestión y su proceder.


Lo único que puedo decirle, que si tiene la posibilidad de conocer muy bien la gestión (si procede) de su candidato y encuentra que es una persona de principios, de probidad y transparencia comprobada, puede darle su voto. Si el candidato nunca ha ocupado el cargo, pero si lo conoce y sabe que es una persona de bien, proceda. Honestamente ya no estamos para carteles ni propaganda mentirosa, ya no nos pueden ver la cara. Es mejor alguien que no sea de mi sector, pero que, si tenga principios y sea justo, y que además respete la vida en todas sus formas, el entorno y la familia que es el eje social por excelencia. Lo demás es pura música.


Si no conoce o no encuentra a ningún candidato de estas características, simplemente le aconsejo no votar, porque a ciegas puede ser peor. Esto es lo que se puede hacer por el momento, y aún en las elecciones que vengan después.


Pero dicha sea la verdad, aunque las personas que ocupan estos cargos, tienen la facultad de tomar decisiones que nos afectan a diario, el sistema que llamamos democracia representativa ya huele a descompuesto, y el sistema económico que rige en nuestro país ya debiese estar en la morgue. Entonces ¿las respuestas están en las ideas de oposición? No. Por más ideal que suene el panorama que pinta esa utopía, ningún modelo basado en el egoísmo, en el YO, en el obtener ganancia o alguna posición, puede traer las respuestas que necesitamos o velar realmente por el bien común.


La política (salvo contadas excepciones) es un negocio redondo, escalable, y donde el objetivo es sólo la posición de poder y el jugoso dinero que genera. En Chile, los puestos mejor pagados no son de los que sirven a la gente, sino de los que se sirven de la gente. De lo contrario seríamos justos con los profesores, personal de salud pública, y bomberos.


¿Cuál es el camino que debiésemos seguir entonces? En ocasiones anteriores ya he escrito que antes de querer cambiar un sistema, debo mirar lo que hay en mi corazón o mi pensamiento, y examinar bien mi caminar. Ahora bien, si pensamos que cada uno en su propia opinión pueda creerse bueno o justo nos equivocamos. En realidad, necesitamos parámetros absolutos, necesitamos Verdad. La verdad no es relativa ni subjetiva, es o no es, lo demás son opiniones. Hemos alejado a Dios de nuestra sociedad y nuestra vida diaria, y lo encerramos en la caja de la religión. Necesitamos sacarlo de esa caja, porque sólo Sus palabras han permanecido en la historia y son la base firme para que cualquier sociedad permanezca, ningún parámetro humano ha logrado ni logrará prevalecer. Aunque esto moleste a quien sea.

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