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Reconstruir, ¿En qué confiar ahora?

Por Nadia Fernández M.




Desde mediados de Octubre de 2019, los sistemas que operaban en Chile comenzaron a sucumbir, como siempre en nuestro país, nos mostramos resilientes con empuje y esperanza de que nuevamente saldremos de esta, con el corazón expuesto para volver a creer y ver que el ser humano puede salir de situaciones adversas y oscuras si nos limpiamos y no nos hacemos parte de toda la corrupción.


Hemos tenido un torbellino sobre nosotros de noticias impactantes que nos han intimidado, y aunque ahora las aguas se han apaciguado, queda la sensación de que el proceso será lento para volver a reconstruir, no tan solo las ruinas de negocios, calles y el transporte público, sino también las ruinas de nuestro corazón. Lo cierto es que la oscuridad está pasando y está viniendo una luz mayor, aunque suene poético y es que Chile tenía que pasar por esto y obviamente la nación no puede seguir mirando igual ni continuar cegado por la luz añeja que miramos por años.


Fueron las falsas promesas de tiempos mejores encubriendo la injusticia social en todos los ámbitos, esto no es más que el reflejo de una nación guiada por su orgullo e individualismo, que le da lo mismo saquear a su vecino y corrupta en su corazón con un estado decadente e indolente, que ignora cómo vive la gente de a pie, esos que salimos a trabajar y que para ello nos levantamos dos horas y media antes para llegar a tiempo y para volver a casa del mismo modo o tener que cambiarlo si es necesario porque no hay locomoción.


Así estamos, lo que “sostenía” a Chile tenía que salir a la luz, porque quedó en evidencia lo que estaba oculto en lo profundo del corazón de una nación herida y acomplejada porque no tiene o quiere tener tanto que se volvió a la avaricia, rapaz como el cóndor, pero que ha entendido que debe volverse un águila, porque el tiempo de la rapiña terminó y ahora los tiempos mejores debemos construirlos nosotros desde el corazón transformado por el anhelo de paz. Ese anhelo que nos hace comprender que hay cosas que no se compran ni podrán comprarse con dinero, la paz la hacemos todos, pero ¿cómo podemos construir la paz?



Volver a lo que sale de nosotros cuando nos hemos visto enfrentados a dolores que como nación nos afectan o cuando vemos a un vecino sufrir, y es dando, es compartiendo, es abrazando, es estando como un soporte para otros, cuando dejas de llorar por lo que te gustaría tener y no lo tienes, pero comprendes que no lo necesitas, que hay cosas que pueden ser un lujo y que puedes prescindir de ellas, porque el valor de las cosas nunca te darán valor a ti. Nuestro valor es por lo que hacemos por otros, eso manifiesta quiénes somos en verdad.


Esta es otra nueva oportunidad para sacar la bondad que hay dentro de nuestro ser, porque los narcos y los violentos (del lado que sean) no pueden construir nada. Somos los pacificadores y los que somos violentos para DAR los que haremos una nación compasiva, porque a través del amor y la compasión podemos hacer de esta nación una nación deseable y valorada, un lugar de dignidad de verdad. ¿Cómo hago esto? Cuando comparto lo que tengo, aunque sea poco, cuando miro a mi vecino y me duele lo que le pasa, pero no me quedo en la pasividad, sino que el amor me mueve a darle un plato de comida o ayudo a coordinar una olla común, o ayudo a trasladar gente, o auxilio a alguien que me necesita.


Pregúntate qué tienes para dar, ¡no las sobras! Sabes, yo he visto que los que menos tienen son más dadivosos que otros, porque ellos saben lo que es no tener o sufren porque las lucas no alcanzan, pero también he visto gente que tiene harto y se goza en dar. La bondad y la generosidad salen de un buen corazón y aplicar esto no solo es para los días de campaña de una teletón o para mitigar los efectos de un desastre, debe ser una acción permanente porque así el corazón de todos nosotros se sanará y esa sanidad no te la dará un gobierno, no pongas tu esperanza en hombres vestidos de trajes muy caros que pretenden palear con bonos el sangrado de una nación que clama justicia, pongamos la mirada en el tesoro que hay dentro de nosotros mismos, un tesoro que Dios puso en el hombre. Construyamos con amor, construyamos sin sangre, reconstruyamos las ruinas y levantemos con fe y con bondad esta nación. Demos a quien necesite, miremos la necesidad ajena y hagamos algo por ellos. Que se calle la violencia por un abrazo tuyo y mío, llenemos de amor esta tierra para que sea consolada y vuelva a ser un Edén.

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